Más Estilo

Un palacio africano de concreto

El diseñador británico Thomas Heatherwick transformó un antiguo silo de granos de Ciudad del Cabo en el lugar de hospedaje más glamoroso y caro de Sudáfrica.

Si, como yo, creciste en Ciudad del Cabo en la terrible época del apartheid, apenas reconocerías la ciudad en la actualidad. En mi niñez era un bastión de todo lo que era seguro, cómodo, tranquilo y aburrido. Los valores suburbanos reinaban. Aunque su belleza era indiscutible y su clima seductoramente benigno, a mí siempre me pareció un puesto provincial. Lo que más ansiaba cuando era adolescente era algo de sofisticación, algo de glamour, algo mucho más cosmopolita.

En mi adolescencia cómo me habría encantado Ciudad del Cabo del día hoy. Lo tiene todo al por mayor: la belleza, las playas, los viñedos, el sol y el mar no se han ido, pero además de eso, ahora tiene una animada cultura de restaurantes y comida de clase mundial; florecieron el diseño y el arte, las conversaciones intercultural y entre razas, y las colaboraciones ocurren todo el tiempo.

En este ambiente llegó el último y más extraordinario proyecto de Liz Biden, una hotelera cuya cadena Royal Portfolio ya cuenta con algunos de los hoteles más glamorosos de Sudáfrica, como La Residence en Franschhoek, Birkenhead House junto al mar en Hermanus y Royal Malewane en el parque de caza de Thornybush. Se llama The Silo simplemente porque se insertó en los seis pisos superiores de un silo de grano de concreto de 57 metros de altura que se encuentra en el corazón industrial del astillero y ha sido una parte familiar de horizonte de Ciudad del Cabo.

Lo que lo convierte en una empresa particularmente emocionante es que en los pisos inferiores y justo al lado se crea el Zeitz Museum of Contemporary Art Africa, una asociación sin fines de lucro entre el V&A Waterfront y Jochen Zeitz, el ex director ejecutivo de Puma y director del grupo de bienes de lujo Kering. Su propia colección de arte africano -todos después del año 2000- estará prominentemente a la vista cuando se inaugure el museo en septiembre.

El diseñador británico Thomas Heatherwick está a cargo de transformar toda la estructura, el ascensor de la casa y las seis filas adyacentes de siete silos. Heatherwick Studios agregó algunos enormes paneles de vidrio como ventanas a los pisos del hotel, que hacen que por la noche parezca una linterna gigante que resplandece sobre el puerto. Solo tiene 28 habitaciones y suites, con 34 camas en total, incluyendo un penthouse increíble que ocupa la mitad de un piso.


Pero es Biden quien le dio a los interiores del hotel su identidad visual, pues llena cada habitación con una mezcla ecléctica de artefactos y muebles; gran parte de ellos provienen de una brillante tienda de Ciudad del Cabo llamada Block and Chisel (en los Suburbios del Sur pero que vale la pena visitar) y de mercados y tiendas de antigüedades de toda África. Nada de eso era fácil porque había dos enormes ejes de elevadores circulando por el edificio que no se podían quitar, y Biden tuvo que trabajar con la fuerte identidad industrial que lo impregna.

Por encima de todo, Biden quería dar al hotel una identidad africana muy clara, pero muy contemporánea, no la estética étnica y tribal tan frecuente en las tierras de los safaris. El ambiente se establece por el vestíbulo de entrada de doble volumen donde un vasto y colorido collage de Jodie Paulsen complace a los ojos. Para complementarla hay un retrato intrigante de nombre "Blue Velvet", que construyó el artista Frances Goodman, de una miríada de lentejuelas de colores diferentes para que, de la misma forma que la "Mona Lisa", de cualquier lugar donde veas parezca que la imagen cambia.

En cuanto a lo que se puede hacer en el Silo, surgieron una serie de compañías de emprendedores para ayudar a los visitantes a aprovechar la ciudad al máximo. Las visitas a las galerías, los artistas y los estudios de la ciudad son, al tomar en cuenta la colección de arte del hotel, una opción obvia. The Silo puede organizar para los huéspedes una visita directa a través del museo y también puede organizar excursiones de arte a las galerías de la ciudad y las casas de los artistas.

En los muelles justo debajo del hotel se encuentran las compañías que ofrecen viajes en barco con picnics alrededor de la costa, así como visitas a Robben Island (fascinante, pues entre otras cosas aprendimos allí que durante los días del apartheid los prisioneros indios tenían derecho a más jalea que los africanos, pero no se da a conocer sobre qué tipo de lógica extraña). Mientras tanto, Coffeebeans Routes ofrece excursiones de mediodía o de todo el día a los municipios y a los talleres de artistas, para escuchar jazz local o explorar el mundo culinario. Y finalmente, Ingram Casey es un empresario británico que se mudó a Ciudad del Cabo y es el hombre al que deben buscar los que quieren aventuras físicas.

Después de todo eso, debes dirigirte a The Silo, buscar el bar de la azotea y la piscina, tomar un vaso de algo frío y blanco y contemplar el universo mientras observas la vista panorámica de 360 ​​grados de toda la ciudad. Ciudad del Cabo en verdad no es lo que solía ser.


Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.