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Soundtrack: 'La Bella y la Bestia', melancólico golpe bajo

La banda sonora es sobria, notable por sus orquestaciones, pero demasiado fría por las voces blancas de sus protagonistas.

Mirar hacia el pasado se ha convertido en una práctica recurrente entre los líderes de la industria audiovisual —particularmente la de Hollywood—, entre otras cosas porque conocen el potencial económico que supone capitalizar la nostalgia. En ese intento, casi siempre exitoso, de explotar la susceptibilidad dramática de las audiencias, Disney nos ha entregado remakes de clásicos como El libro de la selva y La Cenicienta que combinan con maestría la animación con live action.

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El caso de la nueva versión de La Bella y la bestia no es distinto: apostó a hacer un guiño a los melancólicos sin descuidar a la generación que no concibe el cine sin los efectos visuales.

El director Bill Condon sabe que un desafío de esa magnitud no habría podido descansar solamente en un diseño visual extraordinario. Por ello, recurrió al inagotable Alan Menken —el compositor que musicalizó la versión de 1991—. No podía ser de otra forma: su música no sólo fue implantada con precisión quirúrgica en los oídos de los niños, también le valió un doblete en la entrega 64 de los Oscar por mejor canción original —“Beauty and the Beast”— y mejor banda sonora. Por si esas cartas resultaran insuficientes, la historia se consolidó en los escenarios como el primer musical de Disney que se mantuvo en Brodway durante 13 temporadas. [OBJECT]

Buena parte del soundtrack conserva las melodías del 91, todas condensadas en la imponente Obertura que pretende ser un golpe de nostalgia incontenible para establecer la atmósfera que habrá de reinar el resto de la película. No obstante, hay algunas adiciones refrescantes: Dan Stevens tiene un momento brillante en “Evermore” —interpretada también por Josh Groban para una versión más bien comercializable—, cuando, en su lamento, la Bestia proclama “I was the one who had it all” (Yo soy el que una vez lo tuvo todo), como si le hablara al cosmos.


Emma Watson hace un buen trabajo vocal, pero nada más. Su voz suena a pureza pero carece de la emotividad de quien se confiesa en cada verso. Emma Thompson, por otro lado, no vacila un instante al interpretar “Beauty and the Beast” en la secuencia más célebre de la película y por un instante la mítica Angela Lansbury —actriz que dio voz a Mrs. Potts en 1991— se esfuma de la memoria.


Si en el albor de los 90 Celine Dion y Peabo Bryson le dieron a este tema la demoledora popularidad que necesitó para convertirse en un hit, Ariana Grande y John Legend buscan una hazaña similar (he ahí otro guiño millennial) para la versión que suena en los créditos finales.

El gran error: el arreglo busca ser un homenaje a la versión Dion-Bryson y la música, en efecto, suena —se siente— noventera. Pero la voz de Ariana Grande, colmada estilismos innecesarios, y la inevitable tendencia al soul de John Legend se vuelven incompatibles.

Un soundtrack sobrio, notable por las orquestaciones de Alan Menken, pero demasiado frío por las voces de sus protagonistas: la prueba audible de que la nostalgia no tiene fecha de caducidad.



ASS

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Ángel Soto
  • Ángel Soto
  • Periodista cultural y escritor. Es editor digital de Laberinto, el suplemento cultural de MILENIO, donde escribe sobre literatura, música y cine. Sus textos, fotografías y poemas han aparecido en la Revista de la Universidad de México, Langosta Literaria, Punto de partida, Algarabía Niños, Picnic y Yaconic. Es creador del podcast y newsletter "Tinta y voz".
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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