Unos días antes de platicar con MILENIO, Guadalupe Camurati, de 26 años, quedó sorprendida al ver a Nélida Maroño, de 97, en perfectas condiciones tras sufrir un accidente cerebrovascular. Según cuenta, sólo necesitó cinco días para ser operada, recuperarse y regresar a su hogar como si nada hubiera pasado: “Fue una cuestión de cosas milagrosas y una fuerza de voluntad y de ver la vida que me impactó”.
Maroño es una de las integrantes más grandes de Noventa y contando: un grupo de personas casi centenarias que cada quince días se reúne en el barrio de Belgrano, en Argentina, para reflexionar, conversar y debatir a partir de sus experiencias personales.
Los temas, las anécdotas y, por qué no, las sorpresas nunca terminan: Alberto y María Elena empezaron una relación a sus 97 y 90 años, respectivamente; Ángel Biglieri, de 95, practica natación y realiza respiraciones profundas para mantener su capacidad pulmonar; Gregorio Aidelman, también de 95, se hizo vegetariano hace más de cinco décadas tras ser diagnosticado con amebiasis (parásitos); en su juventud Nélida Gatto de Moure, de 94, llegó a esconderse para fumar, pues en esa época las mujeres que fumaban en público no eran bien vistas.
Con el apoyo de Guadalupe, éstas y más historias pasaron de escucharse en la casa de Alberto Chab Tarab, fundador del grupo, a miles de personas a través del podcast Noventa y contando. ¿Su objetivo? Cambiar la narrativa de la vejez y hacer frente a los estigmas sociales que, incluso, Guadalupe tenía antes de involucrarse en el proyecto.
“Mi perspectiva cambió un montón. Pero con ellos aprendes otra forma de crecer y eso me relaja mucho más”, señaló la co-creadora. “No se terminan las cosas. Ellos siguen con proyectos, emprendiendo y haciendo un montón de cosas que gente de 50, 20 o 30 años no hacen”.

90 años: “inocencia linda y pura”
La iniciativa de Alberto Chab nació en TikTok. Ahí convocó a mayores de 90 años a formar parte de un grupo para charlar sobre “por qué y cómo han llegado a una edad tan avanzada”.
El video se volvió viral con más de 150 mil likes y un millón de visualizaciones. Captó la atención de personas en toda América Latina, así como de medios de comunicación y periodistas; entre ellos Guadalupe, quien pudo ponerse en contacto pero mucho después de la ola viral.
Así, en mayo del 2024 la comunicadora acordó con Alberto para asistir a una de las reuniones y, al mismo tiempo, apoyarlo a grabarla. Cada una dura aproximadamente dos horas; Guadalupe se quedó toda la sesión: “Salí muy sensibilizada por todo lo que había escuchado. Fue muy fuerte para mí”.
“Yo no sabía cómo era el tema con los adultos mayores ni qué implicaba ni cuál era el afecto o el amor que podía generar ni esto de escucharlos. Todo me conmovió porque yo no crecí con eso. (...) No crecí con la cultura de tener un abuelo o estar rodeada de adultos mayores”, contó a MILENIO.

Al igual que muchos jóvenes de su edad, o hasta menores, a Guadalupe Camurati le aterra la idea de crecer no sólo por lo ajeno que ella se sentía a la población adulta mayor, también por los prejuicios, estereotipos y discriminación que sufren— y que son consecuencia del edadismo—.
“Esto de que no puedes moverte, estás encorvado, te pagan mal la jubilación. Todo esto que es vulnerable y ‘pobrecito’; todo lo que piensan la mayoría. Hay mucho prejuicio porque está instalado y es cultural”.
Dichos miedos, estigmas y preocupaciones también lo reflejaron adolescentes que dieron su testimonio a MILENIO: “Me da miedo que piensen que sólo seré una molestia porque ya no podría llegar a hacer cosas por mi voluntad”, dijo Naomi, de 16 años. “Me pone un poco nerviosa saber que, al no tener la mejor salud o los mejores hábitos, puedo estar propensa a no tener una buena calidad de vida”, compartió Grecia, de 24. En tanto Ximena, de 20, señaló: “Creo que puede sentirse como una etapa muy solitaria y dura si no hiciste lo que querías cuando tuviste la energía”.
Sin embargo, las cinco mujeres y los cinco hombres que acudieron al llamado de Alberto Chab no lucían como esa imagen que Guadalupe tenía de la vejez. Por el contrario, cada anécdota, enseñanza y reflexión le abría su panorama más allá del número que define cuánto ha durado en esta vida.
“Veo más allá de la edad o la personalidad o los oficios. Tienen presente al niño interior: sienten curiosidad e inocencia. Pero una inocencia linda y pura de la humanidad en sí; genuina y honesta”.

¿Dónde escuchar "Noventa y contando"?
Hoy en día el colectivo se conforma de diez personas además de Alberto: Ángel Biglieri (94), Mabel Roncoroni (92), Jacobo Fiterman (95), Nélida Maroño (97), María Elena Giménez (91), Nélida Gatto de Moure (94), Gregorio Aidelman (95), Minerva Hanna (94), Juan Carlos Fezza (97) y Enrique Nisenbaum (92).
La mayoría vivió una Guerra Mundial, presenció dictaduras, migró de sus países natales y hasta vio la evolución de sus derechos humanos. Sin embargo, Alberto no quería dejar el proyecto dentro de las cuatro de la Sala de Usos Múltiples (SUM), sino extenderlo a otras partes del mundo. ¿Y cómo podría llegar a ese objetivo? A través de un podcast.
“Es lo más fácil, gratuito y no necesitas muchos elementos. No necesitas una mega cámara. Es un contenido mucho más cuidado, personal, orgánico e íntimo”, explica Guadalupe.
De ese modo, Noventa y contando llegó a Spotify en agosto del 2024 y un mes después, en septiembre, lo hizo a YouTube. El formato es simple: una charla amena, de aproximadamente 20 o 40 minutos, entre Guadalupe, Alberto y uno o más invitados, según el tema. En tanto, los shorts y reels de Instagram nos adentran a las reuniones que sostienen cada dos semanas.
Así entrena Gregorio, de 95 años
Pero más que un nuevo proyecto de podcast, Guadalupe halló en Noventa y contando a cinco abuelas y cinco abuelos de quienes semana a semana aprende algo nuevo: desde comprender la importancia de tener escaleras, banquetas y calles en buen estado, hasta ser paciente con ellos y “hablar un poco más lento” para que puedan entenderla.
“Ellos tienen más de 90 años. Todo lo que hablan es sabiduría”, cuenta en entrevista con MILENIO. “Tiene muchos hilos y pautas espirituales este proyecto. (...) Les tengo mucho cariño, amor y aprecio. Me apena entender que en algún momento yo voy a ser la única que quede en esa mesa. Pero también es bueno amigarse con esa realidad”.
Noventa y contando está en espera de una segunda temporada. En su primera entrega, las y los nonagenarios compartieron sus experiencias y memorias en capítulos como “Felices los 4”, “Ser vegetariano”, “Hábitos saludables” y “Juegos infantiles”; mostrando la otra faceta de la vejez: aquella donde hay salud, amistades, proyectos a futuro, romances, ganas de descubrir, risas y bienestar.
“No digo que es la que me va a tocar a mí o a mis padres. Pero entiendo que es una posibilidad y eso ya es suficiente para tener otros hábitos en la vida y ser consciente”, concluye Guadalupe.
ASG