Una heroína que luchó por su vida y que venció. Así se define Daniela Romo a ella misma y a todas las mujeres que están en medio de la batalla contra el cáncer, aquellas que están por comenzar la pelea, todas las que lograron vencerlo y también quienes murieron en el camino, todas y cada una de ellas son heroínas.
“Una lucha por su vida y de repente te la devuelven y vuelves a abrazar todo con una sensación tan diferente, una emoción tan distinta”, dice la cantante y actriz que tras una mastectomía parcial, quince quimioterapias y treinta radioterapias, vuelve a cantar, a bailar y a actuar como desde hace más de 30 años lo ha hecho.
A lo largo de su enfermedad hubo un momento clave: despojarse de sí misma, de su imagen física y aprender que lo que a diario se ve no es lo que en realidad se es.
Como actriz, a Daniela Romo sus directores le enseñaron que para interpretar bien un papel se debía despojar de sí misma y así tomar la personalidad de otro y para ella nada más vivencial que luchar contra el cáncer y verse sin cabello, sin pestañas, sin cejas, “eso que esoy viendo en el espejo no soy yo, soy lo de adentro”. Así, despojada de sí misma por una enfermedad agresiva y persistente, aprendió de su propia fortaleza, “me da alegría saber que no solamente soy lo de afuera”.
La única, y mejor recomendación que la cantante puede dar es no jugar con la salud ni con las indicaciones del médico.
Según cuenta, al hacerse pública la noticia de su enfermedad, cientos de personas le hicieron llegar consejos, remedios caseros, libros y tratamientos, pero aunque afirma que no podrá terminar de agradecer esas muestras de apoyo no siguió ningún otro consejo: entre todos los mitos y recetas, decidió seguir al pie de la letra las indicaciones de su médico pues asegura que en una situación tan delicada no se puede dudar ni jugar con la salud.
Y es que, aunque los doctores detectaron a tiempo el tumor, éste era muy agresivo: en menos de seis meses se formó y tan sólo tres días después del diagnóstico entró a quirófano para hacer una mastectomía parcial del seno izquierdo, “soy de armas tomar, no me voy a pensar dos veces ni quiero dos opiniones, esto es a lo que te truje, Chencha, y vamos a hacerlo”, dice ahora transformando su voz dulce y amable en un tono enérgico y firme.
Sin embargo, aunque su decisión y firmeza la caracterizaron desde un inicio, al recibir la noticia lo único que atinó a hacer fue obedecer: buscar un oncólogo y buscar que la cirugía fuese lo antes posible, “no tuve ningún pensamiento, me quedé como vacía”, explica.
Paradójicamente, a Daniela Romo la diagnosticaron un 31 de octubre de 2011, el último día del mes dedicado al cáncer de mama y el primer día de un cambio de vida radical, “octubre es un mes para hablar sobre el cáncer de mama, para dar información, pero el cáncer no es del mes de octubre, el cáncer es de cada minuto, de cada día”.
Para ella, dice, uno de los momentos más importantes después de terminar su tratamiento y vencer la enfermedad fue poder disfrutar de la comida, incluso, la primera vez que los alimentos le supieron a lo que deben saber, y no a fierro oxidado como lo describe, lloró de emoción en un restaurante. Ese instante es la mejor manera de explicar a otros la emoción de sentir que su vida le era devuelta, “con esas sencillísimas cosas cómo no voy a disfrutar todo lo que siempre he hecho, ¡posoye!”, exclama.
Por esos pequeños grandes logros, la actriz afirma que debería haber alfombras rojas para todas las mujeres que fueron calvas, para que se les reconozca, se les aplauda y la gente vea que sí, viven y combaten el cáncer, pero que eso las hace ser heroínas.
Su experiencia la asumió como lo que es: una actriz profesional, con experiencia y con grandes capacidades, “yo le dije al doctor ‘soy muy buena actriz y este es el papel de mi Óscar, usted produce y dirige y yo voy a seguir al pie de la letra lo que indique porque este es mi Óscar y me lo voy a ganar”. En su actual gira “Para soñar”, la cantante demuestra su triunfo.