Una de las advocaciones marianas más extendidas y queridas en el mundo católico, es la celebración a Nuestra Señora de Fátima cada 13 de mayo, para recordar que un día como hoy, pero de 1917, la madre de Dios se le apareció por primera vez a tres humildes pastorcitos, Lucía, Jacinta y Francisco, en Cova de Iría, Fátima (Portugal).
En la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima en Torreón, los fieles católicos se dispusieron a celebrarla a lo grande del 4 al 13 de mayo, donde se llevaron a cabo diversas celebraciones eucarísticas, confirmaciones, veladas juveniles y este 13 de mayo se rezó el Santo Rosario de Aurora a las 7:00 de la mañana, misas solemnes a las 8:00 de la mañana, 12:00 del mediodía y a las 18:00 horas, para luego terminar a las 19:00 horas con la kermés parroquial y las mañanitas, en su honor.
Los laicos comprometidos disfrutaron como cada año de esta fiesta patronal en honor a la madre de Jesucristo, donde comparten familias enteras, misas, cantos y una gran variedad de antojitos en el patio de la parroquia.
Por su parte, el párroco Rafael López, de la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima, manifestó en entrevista que justo este martes 13 de mayo, además, dieron por concluido el novenario en honor a la Virgen.
"Con mucha alegría y devoción celebramos aquí en esta comunidad a nuestra madre santísima desde hace 65 años, años que cumplimos como parroquia, somos una comunidad que está al sur de la ciudad de Torreón, donde se encuentran ubicadas las vías del tren, y durante este tiempo hemos recibido a los hermanos migrantes, hoy ha bajado mucho el flujo de migrantes, pero se les sigue atendiendo con mucho corazón".
El sacerdote invitó a todos los fieles a que vivan su fe en la devoción a la Virgen María, "también invitar a todos nuestros fieles a la visita de la reliquia de San Judas Tadeo el próximo viernes, llegará con los migrantes a las 10:00 de la mañana y de ahí caminaremos aquí a nuestra parroquia, donde a las 11:00 de la mañana celebraremos nuestro Santo Rosario y a las 12:00 del mediodía la misa en honor de los santos apóstoles Simón y Judas".
Agradeció el gran amor que el pueblo mexicano le tiene a la madre de Jesucristo, "sobre todo a nuestra Señora de Fátima, que desde hace 108 años, desde su aparición, ha estado presente en toda la Iglesia, en toda nuestra fe, hemos tenido la presencia de muchos niños, el fin de semana en su confirmación".
Finalmente, el padre brindó un mensaje a los católicos, "sigamos confiando en la Virgen María y sigamos pidiéndole a nuestra madre del cielo para que nos siga bendiciendo".
El día de su aparición
“No tengáis miedo. No os haré daño”, les dijo la Virgen María a los tres niños portugueses, que, impactados por su presencia maravillosa, se llenaron comprensiblemente de temor. Aquellos pequeños, como probablemente cualquiera en esta tierra, fueron sobrepasados por lo que veían sus ojos: "aquella señora vestida de blanco, más brillante que el sol”.

Tras el impacto inicial, la Madre del Cielo, les reveló de dónde venía: había bajado del cielo para ayudar a fortalecer el lazo que hay entre Dios y los hombres. A continuación, pediría a los tres que volvieran a aquel mismo lugar el día 13 de cada mes, a la misma hora, por los siguientes seis meses. Después preguntó:
“¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que él quisiera enviaros como reparación de los pecados con que él es ofendido, y de súplica por la conversión de los pecadores?".
Los pequeños respondieron que sí, por lo que la Virgen, con franqueza y ternura, les advirtió que sufrirían mucho porque los pecados de los hombres eran grandes. Sin embargo, también les consoló, diciendo que la gracia de Dios estaría siempre a su lado, dándoles fuerza. De inmediato, la Señora abrió las manos y una fuerte luz cubrió a los niños, quienes cayeron de rodillas y empezaron a rezar: “Santísima Trinidad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento”.
Antes de partir, la Virgen pediría: “Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”. Dicho esto se elevó hasta que no pudieron verla más.
La Madre portaba un mensaje de paz en días de horror para la humanidad: se desarrollaba la Primera Guerra Mundial y el comunismo empezaba a acechar al mundo como nunca antes.
En los siguientes meses, los niños acudieron a las citas con la Señora, tal y como ella había pedido. Lamentablemente, eso les valdría a los pequeños pastores convertirse en blanco de burlas, calumnias, e incluso amenazas de cárcel. El mundo se resistía a creer y aceptar su testimonio. Es cierto que muchos corazones fueron tocados en ese momento, pero también brotó mucha incomprensión. Las autoridades políticas de la localidad evidenciaron inmediatamente su disgusto por las grandes movilizaciones de gente, y un inesperado renacimiento religioso.
Meses después de ocurridas las apariciones, Francisco y Jacinta Marto, quienes eran hermanos, fallecieron víctimas de la enfermedad. Lucía Santos les sobreviviría y se convertiría en monja de clausura.
Con los años, la Iglesia reconocería el testimonio de los niños y la veracidad de las apariciones milagrosas de la Madre de Dios, mientras tanto, la devoción a la Virgen de Fátima se iba expandiendo por el mundo, como ninguna otra advocación mariana previa.
DAED