En alguna parte de Torreón, el polvo se mezcla con los recuerdos de una infancia vivida con intensidad, Baltazar, mejor conocido como 'ToyAdict', guarda no solo figuras, sino recuerdos que atesora y que al contemplarlas revive.
A sus 52 años, su colección no es solo una muestra de objetos de alto valor, sino un espejo de las emociones que marcaron su camino desde niño hasta convertirse en uno de los coleccionistas más reconocidos de figuras de alta gama en México.

La chispa que encendió su pasión
Desde temprana edad, la curiosidad infantil lo llevó a codiciar canicas, estampas y luchadores de plástico que vendían en el centro de la ciudad. Aquel deseo de tener lo que a veces no estaba al alcance encendió una chispa que nunca se apagó.
"UFF!!! son cosas que te traen recuerdos de un tiempo en específico", dice Baltazar con una sonrisa que viaja en el tiempo, evocando tiendas como Chácharas, Woolworth o La Japonesa, donde cada juguete era una promesa de felicidad.

Un coleccionista hecho por instinto
Su pasión no nació como una decisión consciente, sino como un susurro constante del alma.
"Simplemente se va dando... adquieres cosas porque te gusta algo, porque te hace sentir bien", explica.
Así, casi sin notarlo, comenzó a rodearse de figuras que hoy conforman una colección imponente, tan variada como nostálgica, que se ha ido puliendo con los años hasta escalar entre las más destacadas del país.

Cuando el arte llega en forma de figura
El encuentro con las figuras de alta gama, Hot Toys, llegó primero por la red, viendo reseñas y 'unboxings', hasta que finalmente sostuvo una en sus manos. Fue ahí donde entendió que el detalle y la fidelidad con que estaban creadas no eran simples objetos: eran fragmentos de pantalla transformados en arte. Y así, lo que comenzó como un hobbie se convirtió en una forma de vida, en un rincón de paz donde cada figura acomoda también los pensamientos.

Coleccionar también es terapia
"Me ayuda a desestresarme… me entretengo al posar y acomodar la colección", confiesa.
Para ToyAdict, contemplar sus piezas no es solo una actividad estética, sino una especie de terapia silenciosa que lo reconecta con la calma. Entre vitrinas y luces tenues, las figuras parecen cobrar vida, contando historias que ya no están en cartelera, pero siguen vivas en su memoria.

Piezas que hablan por sí solas
Dentro de su vasto universo, dos piezas brillan con especial intensidad: la figura de Vito Corleone, Marlon Brando en su trono de poder cinematográfico, y el imponente Samurai Predator, una fusión entre la ferocidad alienígena y la elegancia milenaria japonesa. Ambas hablan de su aprecio por el detalle, la narrativa y la estética, cualidades que han guiado cada una de sus elecciones como coleccionista.

Más que figuras: una comunidad
Hoy, Baltazar no solo es un referente por la magnitud de su colección, sino también por su calidez humana dentro de la comunidad.
“Lo más padre es la gente que conoces”, dice, reconociendo que el verdadero valor del coleccionismo va más allá de las vitrinas.
En cada figura, en cada vitrina, en cada recuerdo encapsulado, vive un niño que nunca dejó de soñar. Y ToyAdict, con su alma lúdica y su mirada de coleccionista eterno, lo mantiene vivo.

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