Cuando uno comienza a caminar por las calles del centro de Tampico y avenidas principales, de pronto se pierde la concentración a causa de una mezcla de sonidos que fluyen de los giros comerciales que inundan las arterias, principalmente tiendas de ropa, zapaterías, negocios de telefonía celular, mueblerías y farmacias.
Aunque tampoco escapan negocios de comida como las taquerías que buscan atraer clientes con los ritmos de moda.
Tal es el caso de la taquería ubicada frente a la llamada plaza de las artes en calle Obregón cerca de su entronque con la avenida Hidalgo y cuyo ruido afecta a estudiantes de las escuelas cercanas, oficinas y empresas aledañas.
“A veces estamos contestando un examen y no podemos debido al ruido que nos llega hasta el salón de clases, es muy incómodo”, comenta Rodrigo, alumno de la secundaria Uno.Peatones y automovilistas también se ven afectados por la contaminación auditiva que este puesto genera sin control alguno.
Los primeros, porque al tratar de cruzar la calle pierden la concentración necesaria en esta vialidad peligrosa. Los segundos, porque también sufren a su paso un distractor al incorporarse a la avenida Hidalgo.
“La música me puso de nervios y al intentar pasar la calle me caí, estuve a punto de ser atropellada, afortunadamente los conductores me vieron y frenaron a tiempo”, afirma Ángela.
El problema se acentúa en la zona centro.
Ubicada en el corazón de la ciudad, la calle Díaz Mirón es la más ruidosa especialmente en su área semipeatonal en la que los establecimientos ubicados en ambas aceras se pelean los clientes con música.
Cuatro boutiques de ropa usan dicha estrategia que según los propios compradores en ocasiones los confunde más que acercarlos.
“A veces uno solo quiere pasar a ver la ropa pero con tanto ruido terminas por irte, no es cómodo y encima está la presión de los vendedores”, afirma Hortencia.
Los llamativos colores de temporada y estampados de flores terminan por embonar en ese ambiente a veces popero, otras reguetonero, norteño o electrónico, pero algunos peatones no lo logran.
Es el caso de Eduardo que a causa de su debilidad visual puede escuchar los sonidos ambientales como si las bocinas escupieran el sonido justo en sus oídos.
Pero no solo es incómodo, también lo pone en riesgo cuando los negocios se ubican en las esquinas, ya que no le permiten concentrarse antes de cruzar la calle.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), sonidos de 70 decibeles producen efecto psicológico negativo en tareas que requieren concentración, sonidos de 94 decibeles causan daño cerebral y auditivo en cuatro horas, sonidos de 105 decibeles causan daño en una hora, todo ello tomando en cuenta que una conversación normal esta en 50 decibeles y una discusión agitada llega a 60.
Y el peligro también está latente para la población mayor de 65 años, ya que de acuerdo con investigaciones médicas, son los más propensos a sufrir un ataque cerebral e incluso un derrame.
Sobre la calle Juárez, viniendo de la zona de mercados, tampoco es posible darle un reposo a los oídos que deben dividirse entre el tráfico vehicular de la rutas que ahí desembocan y la música que sale de las bocinas colocadas a unos metros del acceso a los comercios, llamando la atención de las de la plaza de la tecnología que en fechas recientes abrió sus puertas al público.
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