La pesca furtiva e invasoras en los cuerpos de agua de la zona sur de Tamaulipas han disminuido la población de especies endémicas al grado de llevarlas a un paso de su desaparición, aseguran especialistas en medio ambiente, quienes buscan el apoyo de autoridades gubernamentales para crear granjas y repoblar ecosistemas.
Se habla de peces y crustáceos que son originarios del sistema lagunario de Tampico, Ciudad Madero, Altamira y la región Norte de Veracruz como por ejemplo el catán, el bagre, el ostión, la acamaya, la mojarra y hasta la jaiba, que es un emblema gastronómico e icónico de esta región de Tamaulipas. Walton Estrada Aguillón, director del Grupo Medioambiental Cobea, aseguró que “la pesca furtiva y las plagas han reducido considerablemente la población de catán, también conocido como pejelagarto, en las lagunas que se encuentran en esta parte del estado”. “Antes salían muchos catanes, por ejemplo, en épocas de lluvia salían muchos y enormes que superaban los 2 metros de longitud; sin embargo ahora salen muy raramente y de menos de 80 centímetros. Se mide la disminución en censos con pescadores para ver la incidencia de pesca de catán. Si damos a conocer una cifra vamos a ver que en época de lluvia los pescadores lograban sacar hasta unos 80 catanes y en la actualidad raramente sale uno, lo que verdaderamente se ha convertido en un problema que afecta a la biodiversidad”, declaró el especialista en biología.
José Luis León Hurtado, presidente del Consejo del Estuario del Río Pánuco A.C, aseguró que especies que son fundamentales para el desarrollo económico de Tamaulipas en materia de pesquería, han ido disminuyendo su población a causa de la desaparición de sus hábitats. Explicó el ambientalista que “el bagre por supuesto que ha ido disminuyendo su población gracias a especies invasoras como la carpa y el pez diablo -del cual se tienen evidencias en todo el sistema lagunario del sur de Tamaulipas e inclusive el río Pánuco- en los últimos años”. El especialista atribuye la casi extinción de la zona sur de especies como el bagre, la carpa, la lobina y el robalo, a contaminación generada por el ser humano que han deteriorado humedales desde hace casi dos décadas y que en este momento no se le ha dado la debida importancia.
Son lagunas como El Chango, Barberena, Garrapatas, el Conejo Norte y el Conejo sur, que se encuentran en la parte de Altamira, que han terminado por ser afectadas por la urbanización y la industrialización de la zona a través de descargas de contaminantes de manera constante.
A la lista de especies que se encuentran al borde de la extinción en la zona, de acuerdo con los testimonios de los pescadores locales que comercializan sus productos en el mercado La Puntilla, es el ostión, la acamaya y uno de los crustáceos más valorados como la jaiba. “Pues tenemos muchos años que la jaiba de aquí ya no sirve para comercialización, cuando antes la jaiba o jaibón eran de gran tamaño, ahora batallamos mucho para sacar el producto de esta zona que ha disminuido porque todos la quieren vender”, refirió el pescador Luis Felipe Gómez, que comercializa su producto en La Puntilla.
Los pescadores de igual forma confirman la disminución del producto que normalmente sacan de las lagunas debido a que el pez diablo se apodera de sus redes, las hace inservibles y se come los huevos de las mojarras, plateados y demás peces que pescan para comercializar. El Grupo Conservadores de la Biodiversidad y Educadores Ambientales (Cobea), lo que propone es la creación de granjas de catán en el sur del estado, pero para ello requieren el respaldo económico de instituciones federales como la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
“El Centro Acuícola de Tancol los ha reproducido por años, pero ahora tienen pocos y sin recurso, por eso el Centro de Estudios Tecnológicos del Mar (Cetmar), junto con el Grupo Cobea, tienen el proyecto catanes para continuar con la labor de liberar el 80% de las crías y repoblar las lagunas. Los responsables del Proyecto Catán son Guillermo Sosa y Oscar Martínez, como parte de Cetmar Acuacultura y Cobea; sin embargo necesitamos el respaldo de la Sagarpa en la cuestión de los recursos y llevar a cabo todo esto”, declaró Walton Estrada. Detalló que en este instante el Cetmar cuenta con más de 15 catanes reproductores, los cuales están al cuidado de los estudiantes y de los biólogos especializados, sin embargo la idea es que pueda haber más para que se puedan liberar más crías en los cuerpos de agua del sur.
Además del catán también se pretenden llevar a cabo un proyecto para recuperar especies como la acamaya y el ostión, el cual estaría a cargo del biólogo Leobardo Salorio y Estrada Aguillón, representando al Grupo Medioambiental antes mencionado y ambos del Cetmar. “Aquí obviamente lo importante es que podamos contar con el respaldo de las autoridades federales, tanto de pesca como la Sagarpa, ya que lo que se requiere es apoyo financiero que pueda dar inicio con estos proyectos de mejora que tenemos programados”, refirió el ambientalista.
Un ejemplo de pesca furtiva en la zona se puede ver en Tampico, en la laguna del Carpintero, que a pesar de que no es un espacio óptimo para la captura de especies de consumo humano debido a su contaminación, constantemente hay gente que allí avienta sus redes. Los pescadores, completamente fuera de la ley, se colocan a las orillas de dicho cuerpo de agua, a lo largo del canal de la cortadura que va directo al río Pánuco e inclusive por las noches salen a aventar sus redes a bordo de embarcaciones.