Tras el terremoto de 7.1 grados, en el sur de la Ciudad de México no hay luz, no hay Tren Ligero, los camiones pasan totalmente llenos, alcanzar un lugar en ellos no garantiza que llegarás a casa, pues de cualquier forma el tráfico está totalmente detenido.
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La única alternativa para llegar a algún lado es caminar: de Periférico a Xochimilco es una hora, de Estadio Azteca a Taxqueña es hora y media, ahí uno tiene la esperanza de tomar el Metro; sin embargo, éste comienza a dar servicio una estación después, en General Anaya.
Todos caminan ya sea al sur o al norte, la imagen es como la de una peregrinación excepto que no hay cuadros religiosos, nadie canta, en su lugar todos están asustados o desesperados para llegar a su casa.
Los que van en bicicleta tienen la ventaja, pueden ir a cualquier lado, superan a los peatones y evitan el tráfico, sólo las motocicletas las superan en velocidad.
En calzada Acoxpa hay gente con cartulinas y pancartas, en las que piden agua, medicinas y sobre todo silencio, pues un colegio cayó en la calle de Rancho Tamboreo, en la colonia Nueva Oriental Coapa, y el ruido de los coches no permite escuchar el pedido de ayuda de los niños.
La gente colabora con los paramédicos y rescatistas, da instrucciones en las calles: "por favor ya no necesitamos rescatistas, necesitamos agua, medicinas", gritan en los cruceros.
—Escribe: Silencio, estamos rescatando niños, dice un hombre a una mujer que con un plumón escribe las leyendas en las pancartas.
Otros más corren con carritos de supermercados repletos de agua, vendas, y medicamentos.
El paso de los paramédicos y ambulancias es constante y la circulación se cerró para agilizar las maniobras.
Ir de Acoxpa al Estadio Azteca es una caminata de 30 minutos, ahí tampoco hay camiones, los pocos que pasa no cobran, pues no te aseguran llevarte a tu destino, pues hay algunos edificios colapsados en Viaducto Tlalpan.
La gente controla el tránsito para agilizar la circulación ante las fallas en la electricidad.
"Uno a la vez, lento por favor", dice un señor en Viaducto Tlalpan cerca de la Universidad del Valle de México.
No hay de otra más que seguir caminando, la gente no se queja, simplemente se protege del sol.
Ana tiene 45 años, vive en Ecatepec, pero trabaja en una farmacéutica en Xochimilco. Ha caminado desde Xomali hasta Registro Federal, camina con prisa pues le urge llegar a casa para ver cómo está su hija de 15 años.
"Quiero llegar a la casa, mi hija está sola. Me preocupa que vuelva a temblar", dice.
El sonido de las ambulancias es constante al igual que el de los helicópteros, a veces se escucha uno que otro claxon.
Cerca de la Virgen, hay gente que regala agua a los caminantes. Los vasos se reciclan porque no hay muchos, pero a la gente no le importa, llevan horas caminando.
— ¿Me regalas más agua?, dice una mujer de cabello negro y largo.
—Sí, nada más cuando termines de usar el vaso, dáselo a la mujer con la cubeta para que lo enjuague.
Una cuadra después un hombre grita: "Crucen por los puentes señores, no hay paso en Tlalpan pero llegan a pasar coches".
Carlos, de 17 años, ha caminado desde el Conalep de Xochimilco, tras hora y media, sólo le faltan 20 minutos para llegar a su casa en avenida Las Torres.
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Carlos dice que hoy dormirá "con pants por si vuelve a temblar. No quiero salir a la calle desnudo".
El camino es largo para muchas de esas personas, que esperan poder tomar el Metro en la estación General Anaya.