Eres un cochino, te hiciste otra vez”, “Debería darte vergüenza… tan grande”, “Te voy a poner pañal”, son frases comunes que resumen la desesperación de papás, mamás o cuidadores que regañan, insultan y humillan a los niños que se orinan mientras duermen. En el extremo, hay padres que pegan y maltratan al menor, lo obligan a lavar sus sábanas, exhiben que se han orinado, lo levantan cada hora por la madrugada o le infligen otros castigos “para que aprenda”. Hacerse pipí en la cama es una verdadera pesadilla.
Dichos padres ignoran que no pocos niños tardan en tener bien desarrollado ese reflejo que los despierta en la noche cuando la vejiga está llena y es necesario ir al baño. Esto puede suceder hasta los cinco años, y ser normal. Si después de esta edad continúa el problema es hora de ir al médico, pues su hijo no se hace pipí por cochino, ni por flojo, sino por una enfermedad llamada enuresis, que lo avergüenza.
El diagnóstico de enuresis nocturna “se debe establecer a partir de los cinco años, no antes, en aquellos menores de edad que se orinan más de cuatro veces a la semana, de manera continua”, puntualiza el urólogo pediatra Jorge Acosta León, jefe de Cirugía Pediátrica del Hospital Civil de Guadalajara Juan I. Menchaca (HCG-JIM).
De acuerdo con el especialista, la enuresis nocturna afecta al 15 por ciento de los niños de cinco años. Por cada cien niños que lo padecen, 15 por ciento se van curando de forma espontánea, sin ningún tratamiento, cada año. Es decir, 15 por ciento a los seis, 15 por ciento a los siete y así sucesivamente. El problema es que el 1 por ciento puede llegar a la adolescencia y hasta 0.5 por ciento a la edad adulta “y es un motivo por el cual estos adultos deciden no casarse, porque no superaron el problema de la enuresis”, apunta.
Acosta León explica que hay dos tipos de esta enfermedad: la enuresis nocturna primaria, cuando el niño nunca ha sido continente por las noches, sino que se orina dormido de manera constante; y la secundaria, cuando el niño permaneció seis meses sin orinarse, ya era continente y, debido a situaciones que lo impactan emocionalmente, vuelve a mojar la cama.
“La enuresis secundaria se puede presentar por la separación de sus padres, el cambio de domicilio o escuela, la llegada de un hermanito, algo que lo atemoriza […] hasta por abuso sexual”, refiere el médico.
Sin embargo, contrario a lo que pueda pensarse, la enuresis nocturna primaria es más común: se presenta en siete a ocho de cada diez casos, según estima Acosta. Esto explica por qué no todos los niños que sufren experiencias como las descritas se orinen en la cama; si bien las manifestaciones del estrés, la ansiedad y el miedo que les producen se pueden manifestar de otra forma.
El urólogo pediatra explica que la enuresis nocturna tiene una participación hereditaria. “Si buscamos en la familia, es muy probable encontrar el problema en alguno de los padres, de los hermanos, tíos, primos, hasta en 30 por ciento de los casos. Eso hace que el diagnóstico sea tardío, porque la abuelita recomienda a los papás que no hagan caso, que el papá de chico se orinó hasta los ocho años y ‘se le quitó solo’”.
Lo cierto es que además del componente genético, se ha detectado que hasta 50 por ciento de los niños con enuresis nocturna tienen la capacidad vesical (capacidad de la vejiga para retener orina) más disminuida. Ciertamente, la enuresis es más frecuente en los varones que en las niñas y Jorge Acosta opina que pudiera ser por este trastorno.
Otras dos causas de la enuresis nocturna primaria es que el menor de edad produzca mucho volumen de orina o que tenga un sueño profundo con trastorno del reflejo arousal; es decir, el cerebro no recibe la información de que la vejiga está llena y por tanto no envía la orden ‘levántate y ve al baño’. Ese reflejo está bloqueado en el niño.
Para el diagnóstico de enuresis se requieren estudios básicos como un examen general de orina, un ultrasonido vesical y medir los volúmenes urinarios del niño, que determinará su origen y su tratamiento; pero el médico advierte que las causas pueden estar asociadas. Se prescribe tratamiento para aumentar la capacidad vesical; hormona antidiurética si es por el volumen excesivo de orina; y si es una falla del reflejo arousal, se recurre a técnicas para despertar al niño cuando está llena la vejiga. Si es enuresis secundaria se debe indagar qué le está sucediendo a su hijo y apoyarse con el servicio de psicología.
Más información
Del protocolo
En enero próximo, el HCG-JIM arranca un protocolo de estudio con una muestra de 50 niños con enuresis primaria, que estén sin tratamiento, que busca definir el problema de la capacidad vesical. El estudio tendrá duración de un año.
Enuresis
Es la pérdida involuntaria de orina durante el sueño. Una enfermedad que afecta aproximadamente al 15% de los niños de 5 años
Qué hacer
Considerar que es una enfermedad, por lo tanto al niño no se le debe regañar, castigar, exhibir, porque afecta más a su autoestima. Es algo que él no quiere, que está ocurriendo en forma involuntaria.
Acudir con el pediatra o el urólogo pediatra para su correcto diagnóstico. Manos expertas, pues hay médicos que dan tratamientos incompletos.
No usar pañales. Es una solución rápida para no lavar la ropa de cama, pero esto no estimula el reflejo arousal, lo bloquea.
Evitar que por las noches consuma bebidas diuréticas que contengan cafeína como el café, refrescos de
cola, chocolate y otras
Como ejercicio ir a orinar antes de acostarse
No despertar al niño cada hora o dos horas para que vaya a orinar, afectará su rendimiento escolar y
suele ocurrir que lo levantan para ir al baño, pero no tiene ganas
Llevar un calendario miccional por mes, donde señale con una carita feliz o un sticker (estampita) el día
que amanece seco y una carita triste (u otro símbolo que el niño elija) el que no. Con esto el médico registra la evolución y comportamiento de la enuresis y al mismo tiempo le sirve al pequeño como retroalimentación para que él mismo vea que sí puede ir teniendo logros. Si hay mayoría de
caritas tristes es importante incluir la consulta psicológica para darle apoyo emocional.
Considere las condiciones externas: si el baño está muy lejos de la habitación, si tiene que atravesar un patio o una estancia, si le causa miedo levantarse en la oscuridad
Fuente: Urólogo pediatra Jorge Acosta León, jefe de Cirugía Pediátrica del Hospital Civil de Guadalajara Juan I. Menchaca