La caída del sol en el poniente de Saltillo indicaba que se acercaba la hora en la que iniciaría la celebración litúrgica del adviento, el Presbítero Roberto Carlos Campos Cárdenas, había convocado este domingo a las 18:00 horas para continuar con las muestras de duelo e indignación por Ayotzinapa y todos los desaparecidos en México.
El atrio de la parroquia de Santa Teresita del Niño Jesús lució lleno y presentó al pie del altar improvisado, los 43 rostros de aquellos que aún no se encuentran.
La bienvenida y la apertura la dio el parroquiano anfitrión para ceder el honor al Obispo de Saltillo, Raúl Vera López, para la misa ofrecida a la localización de los desaparecidos.[OBJECT]
La introducción quedaba como anillo al dedo pues hablaba de que todos desean un mundo mejor, luego se clamó a Jesús para que con su llegada, el mundo sea mejor.
Se rezó la oración de los fieles y el frío empezó a calar, entonces Vera se acercó más a los feligreses y comienza el sermón con respecto al pasaje bíblico en el que Jesús pide dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, pero entre frases pasó a lo que este día (ayer) mueve, provoca y convoca, Ayotzinapa.
“No será que nos hemos tardado en ser solidarios, con tantos desaparecidos, solo aquí en Coahuila, nosotros estamos llevando unos 400 casos en el centro de Derechos Humanos, nos vamos más atrás con el caso de las viudas, de las mamás de Pasta de Conchos que jamás les han entregado los cuerpos”.
Vera reveló que el alcalde de Iguala ya había ordenado antes la muerte de ocho luchadores sociales de las que cinco pudieron escapar, de los otros tres el mismo edil le disparó a uno y los otros dos murieron a manos de los criminales a los que se los entregó y pese a que se hicieron las denuncias les informaron que nada podían hacer contra él, pues tenía fuero.
“Impunemente lo tenían de presidente municipal”, indicó el Obispo y dijo, entre textos bíblicos, el mensaje cristiano y el despertar de la sociedad.
Al finalizar la misa, 43 globos de Cantoya fueron elevados al cielo como símbolo de que las oraciones de cada uno de los feligreses, unidos en espíritu a las familia de los normalistas, no son oraciones al vacío, si no que son dirigidas al cielo.[OBJECT]
El primer globo en elevarse fue el de Raúl Vera, la emoción se convirtió en aplausos, así empezaron a elevarse otros globos y empezó el conteo: 1, 2, 3, 4, 5, y los globos elevados son cada vez más, 25, 26, 27, 28, el espectáculo es más hermoso, 30, 31, 32, 33 y 34 todos gritan Justicia!, Justicia!, Justicia! y los globos se perdieron en la oscuridad con las plegarias de los más de 500 que se reunieron en Santa Teresita del Niño Jesús.