María Guadalupe Pérez Irigoyen, tía abuela de Jonathan Martínez, niño asesinado en San Bernardino, California, habla sobre la tristeza provocada a la comunidad Dolores Hidalgo y aún más en la familia.
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Con un tono de voz bajo, recuerda que el menor viajaba al menos tres veces por año al poblado y los vecinos lo buscaban por ser bailador y gustoso de la fiesta. "La alegría lo acompañó toda la infancia hasta el día de su muerte".
Relata que una sobrina de la madre, hizo una llamada para avisarle de un tiroteo cercano a San Francisco y fue en el momento que acudió a la escuela para recoger al menor, pero solamente vio pasar a los demás niños.
Jonathan no salió, luego se dio a conocer la noticia.
[OBJECT]Recuerda que al regresar de Estados Unidos, llamaba a los otros niños de Dolores Hidalgo y los invitaba a jugar con él, por eso fue muy querido por los lugareños. Incluso, le pedía que le cantara para bailar frente a todos los familiares y amigos.
Se pregunta por qué permitieron el paso a una persona armada. Indicó que la vigilancia debe de ser lo más importante en estos momentos en cualquier escuela americana.
Dijo que a nadie le desea pasar por un momento similar porque Jonathan era apenas un niño y es el momento en que rompe en llanto al preguntarse porque muere un niño por una persona armada en una escuela primaria.
Sobre el estado emocional de los padres, Pérez Irigoyen dijo que se encuentran devastados por la muerte del menor, porque hay violencia en las escuelas, y es más complicado porque se encuentran indefensos.
Finalmente, dijo que para los padres se espera un tiempo complicado porque por cuestiones de trabajo tendrán que regresar a Estados Unidos sin el menor.
rcm
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