Si bien la mayoría de los migrantes hondureños y salvadoreños que de la Caravana del Viacrucis del Migrante reconocen que en sus países faltan oportunidades de desarrollo, aseguran que la situación que los obliga a salir acompañados de toda su familia es la violencia imperante que les impide conseguir incluso un trabajo.
Uno de ellos es Héctor, de 38 años que viaja con su esposa e hijos de 8 y 15 años y su sobrina de 16, quienes buscarán cruzar la frontera para llegar a Estados Unidos, reconoce que es riesgoso, pero hay más riesgo en vivir entre el acoso de las pandillas y los militares de Honduras.
Y pese a estar preocupado por la política antiinmigrante que se vive en Estados Unidos está convencido de que sacar a su familia de su país y tener un empleo bien pagado vale el riesgo.
AMV