Carmen Adriana Flores Navarro, de 29 años, llevaba una semana de trabajar en el Casino Royale, intentando dar la manutención y educación a sus dos hijos, luego de que su esposo había fallecido un año atrás a manos de la delincuencia organizada.
El 25 de agosto del 2011, la peor tragedia generada por el crimen contra la población civil en el país envolvió en llamas su lugar de trabajo y también falleció.
Abel Francisco y Adriana Alondra López Flores, de 15 y 14 años, quedaron huérfanos y se quedó a cargo su tía Elena Flores Navarro, quien relata su historia para Notivox Monterrey.
Desde ese tiempo, en silencio y sin hasta ahora ser revelado, Elena señala que el dueño de la casa de apuestas, Raúl Rocha Cantú, la ha apoyado personalmente con la manutención de ambos sobrinos, pero por otro lado, destapa la falta de apoyo gubernamental.
"Carmen era alegre, guapa, feliz y madre de una niña y un niño, luchando por seguir adelante", comentó Elena, "para nosotros, su familia, el dolor sigue igual, la depresión es la misma, y aunque haya días mejores, vuelves a caer en cualquier momento.
"Ha sido muy difícil, desde el día uno, de encargarse de ir y reconocer el cuerpo, hasta hacerse cargo de mis sobrinos, además de mis hijos, porque al inicio todos nos prometieron que no nos iba a faltar nada, pero pasa el tiempo y a todos se les olvidó" expresó la hermana de Carmen y tutora legal de los huérfanos.
El 25 de agosto de 2011, miembros del crimen entraron al Casino Royale para dejarlo en llamas.
"El dueño del lugar, Raúl Rocha Cantú, aunque no le corresponde, siempre me ha apoyado en lo que necesite, él se acercó a mí personalmente después del atentado y desde ahí se ha mantenido al pendiente de nosotros, el Gobierno es el que no ha cumplido con su papel.
"En la actualidad con lo único que nos apoyan es con despensas que yo tengo que buscar, pero las cuestiones médicas para los tratamientos psicológicos y las becas o el apoyo para los estudios de los niños no los quitaron", relata Elena.
