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Enfermo de tiroides: la vida "normal" se acaba

"Empecé con síntomas típicos de hipertiroidismo: se me empezaron a saltar los ojos, traía taquicardia endemoniada, me temblaban las manos. Como si estuviera borracho todo el tiempo".

Tras varios meses de evadir cierta sintomatología preocupante, Édgar Morales, conocido promotor cultural lagunero, decidió atenderse a instancias de amigos y familiares.

De eso hacen ya unos 3 años. El deceso de su mamá ocurrió aproximadamente en ese momento, así que Édgar consideró que tal vez se trataba de alguna crisis depresiva.

"Empecé con síntomas típicos de hipertiroidismo: se me empezaron a saltar los ojos, traía taquicardia endemoniada, me temblaban las manos. Como si estuviera borracho todo el tiempo, pero por mala suerte no era eso".[OBJECT]

El síntoma más evidente fue un drástico descenso en su peso, que rondaba los 130 kilos. En seis meses, bajó más de 40 kilos, el sueño para muchos.

"Perdón por la expresión pero es como una especie de menopausia: estás irritable, debilidad muscular, tienes calor, sueño, no puedes dormir bien, tu digestión es más rápida por que el metabolismo acelera todos los procesos".

"De entrada que sea hormonal, te da en la m..."

La vida "normal", lo entrecomilla el mismo, se acabó. Y aunque lo relevante es atenderse, él se tardó varios meses. De hecho muchas personas le decían directamente que era muy probable que traía un problema de la tiroides.

"Hay que hacer un acto de humildad, bajar el ego y aceptarlo. Tengo que atenderme para cuando menos saber qué es lo que me pasa". Al principio trató de atenderse con homeopatía, pero la doctora de plano le dijo que no podría.

Su proceso comenzó con exámenes de laboratorio interpretados por los médicos. Algo nuevo para Édgar, que considera que al comienzo el estaba peor que ahora.

El médico le dijo que estaba muy mal y de inmediato le dio tratamiento. Para la taquicardia, medicación para bajar la presión arterial y para atacar la tiroides, un medicamento llamado tapazol o tiamazol.

"La tiroides es esta cosa que está aquí, con forma de chicharrón quemado. Tengo diagnosticado bocio en primer grado, aunque hay quienes tienen esto más grande" y muestra su garganta, con una inflamación no tan grave, pero notoria.

Durante 2 o 3 meses, al respetar el tratamiento, dejar de fumar, tomar y alimentarse mejor, logró estabilizarse. Pero como se sentía muy bien, abandonó el tratamiento, y regresó a la pachanga.

Aunque la enfermedad se tardó en volver, lo hizo. Las señales volvieron y en su caso particular sobre el aparato digestivo. En diciembre de 2014, no engordó a pesar de los tamales y la fiesta. Adelgazó más.

Para la Semana Santa de 2015, dijo, parecía Cristo de Iztapalapa, con el cuerpo soportando todo y con las defensas muy bajas. Y la digestión peor que nunca.

Su atención médica ha sido con médico particular. "Me habla claro cuando lo tiene que hacer y lo agradezco, por que no me gustan los cuentos de hadas. Afortunadamente dentro de todo voy en periodos a buen tiempo". Y eso que en este 2015 ya estaba tocando fondo.

Platica que salía de bañarse y que se tenía que acostar para agarrar fuerzas de salir a la calle y tomar su camión. En el camión los respaldos de los asientos le molestaban. Otros días de plano no se podía levantar y tuvo que faltar a su trabajo. La sensación es de no poderse sostener.

"Llegaba a la casa a las 4 o 5 de la tarde, saludaba a mis hermanos y a mi papá y me iba a acostar, dormía, me levantaba a comer y volvía a dormir. Odio el calor y cuando estás enfermo de esto lo odias más".

Está en trámites para recibir atención en el sector salud. El tratamiento lo ha llevado por su cuenta, pero agradece mucho el apoyo que en su trabajo le han brindado para tratarse.

Aunque el medicamento no es tan caro, por que incluso puede conseguirse en similares, por quincena necesita comprar entre cinco y seis cajas, a razón de unos 200 pesos. El propanolol cuesta como 30 pesos la caja con 25 pastillas.

La consulta con médico particular si es más cara. Puede costar hasta 700 pesos, según el médico. Por cierto, no hay muchos médicos especialistas en la atención de las enfermedades tiroideas en la región. Y hay que atenderse lo más pronto posible.

Aparte, los exámenes de laboratorio. En un mes, con consulta, exámenes, medicación y lo que se ofrezca, se gastan como unos 5 mil pesos. No todos lo pueden pagar y Édgar tiene que solventar sus otros gastos, aunque ya se olvidó de salidas al cine y todo eso.

Sus consultas a estas alturas son más espaciadas, pero sigue con el médico que lo trató desde el principio.

"No me pasa eso de ¿por qué a mi?. Es la ventaja de ser no creyente, y puedo tomar la opción de decir, tengo estas opciones y las tomo, o no atenderme y pensar que no puedo viajar o hacer otras cosas".

Y aunque le suene a cliché, asegura que sí, quiere vivir, no mucho, pero que sea tiempo de calidad.

Ahora toma medicamento. Comenzará a hacer ejercicio para fortalecerse, leve. Pero el médico le ha puesto en la mesa de tratamientos el yodo radiactivo, que es para hipertiroidismo.

Otra opción más violenta es la cirugía, que es muy fuerte e implica otros daños colaterales severos, aunque prácticamente todo tratamiento médico de cualquier índole, conlleva consecuencias.[OBJECT]

Y la vida de Édgar se ha estructurado en torno a sus alternativas de salud.

"Como sea, es un tratamiento que voy a llevar de por vida. He considerado combinar la homeopatía con la alopatía ahora que estoy estable, para no agredir tanto a mi cuerpo, saber si son complementarias. No está de más escuchar las opiniones alternas".

Se siente afortunado de contar con un apoyo médico muy bueno y con la solidaridad de sus compañeros de trabajo.

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