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El "viacrucis" de los paisanos para llegar a la ciudad de Monterrey

Entre filas de casetas y aduanas, el trayecto de Laredo, Texas, hacia tierras regias se vuelve un "tormento" en esta época, en donde caravanas de vehículos ingresan al país.

Una impecable camioneta pick-up Ford Falcon setentera repleta de bicicletas y juguetes que se meneaban; una carretilla nueva para trasladar material de construcción agitándose; un juego de lavadora y secadora deterioradas, un ventilador de techo en su respectiva caja, una pantalla de televisión de 60 pulgadas bien amarrada.

No es un aparador o exhibidor para compra y venta de aparatos, sino los cientos de miles de artículos, regalos y objetos que dos millones de paisanos trasladan en sus vehículos desde el pasado 17 de diciembre invadiendo las carreteras que interconectan Texas con Nuevo León.

A las 10:32 de ayer, el ritual anual brotó. Los paisanos regresan al país para visitar a sus familiares, cuyo trayecto se prolonga hasta nueve horas para llegar a Monterrey dando vida a las carreteras fronterizas como la Autopista Laredo-Monterrey.

Los visitantes se mezclan con los regiomontanos que intentan regresar por el puente Freeway 83 que conecta Laredo, Texas, con el puente internacional Juárez-Lincoln y el Bulevar Luis Donaldo Colosio, en el lado de Nuevo Laredo.

Después de tres o cuatro desesperantes horas de espera en esta puerta de entrada en Texas, el trayecto a 160 kilómetros por hora por la Autopista a Monterrey sigue a paso redoblado y a todo ritmo sin parar.

Atrás se quedó la fila de automóviles, camionetas, remolques, campers, pickups y crossovers y toda mezcla de vehículos cargados de juguetes, artículos electrodomésticos, incluso motocicletas.

Pero el gusto dura poco. Una hora después del trayecto, es decir, cerca de las 15:30 por el kilómetro 130+300, el torrente de automovilistas –con trayecto a Nuevo León, Querétaro, Hidalgo, Estado de México y Zacatecas e incluso centroamericanos- se detienen en seco.

A paso de rueda, los vehículos quedan atrapados en una fila kilométrica de unos 30 kilómetros del lado de Nuevo León. El responsable: la caseta de cobro atestada de foráneos.

Unas cuantas camionetas cargadas de todo lo inimaginable buscan cortar camino por una terracería acondicionada a un lado de la autopista.

Una camioneta con placas de California frente al automóvil del reportero, no da tregua: va con un remolque colmado de juguetes y regalos, cubierto con un plástico blanco.

Atrás otra, de color negro, la que desde Missouri, una mujer copiloto lleva cargando una caja de artículos diversos, que apenas le permite a ella moverse.

La que transita a paso de rueda de Arkansas, traslada un juego de lavadora y secadora con aspecto usado, que por el movimiento, se destapa y deja ver un abanico de techo.

Una carretilla para material de construcción es como la cereza en el pastel, sobre una montaña de artículos en otra camioneta procedente también de California.

Al desinflarse la fila de autos, tras pagar 203 pesos en la caseta, el ritmo de 160 kilómetros por hora prosigue durante una hora por la misma vía hasta llegar a otro tapón a la altura del municipio de Escobedo, antes de pasar la delegación de la PGR.

El viacrucis de los paisanos se desmorona al pasar por el área metropolitana de Monterrey y continuar su trayecto a otros estados del país, incluso hasta el sur, y más allá, como El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.

Según el Instituto Nacional de Migración (INM), informó que ésta es una de las tres o cuatro caravanas de 400 vehículos y una afluencia de dos millones de paisanos que ingresaron al país y muchos de ellos cruzaron o llegaron a Nuevo León.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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