En uno de esos ocasionales gestos de generosidad que algunos gobiernos tienen de repente, hace alrededor de 13 años que se lanzó una convocatoria para incluir a personas con alguna capacidad diferente en el Departamento de Bomberos de Torreón.
Ahora hay cuatro elementos: Gerardo Castro Domínguez, Francisco Chacón Olivares y Miguel Barajas, a cargo de la Sala de Radios y Rufino de la Rosa Sánchez, en el área administrativa. Ellos son parte de los 98 bomberos que hay trabajando en la ciudad de Torreón.
La labor que ellos desempeñan en la central Colón, es primordial ya que son los encargados de informar a través del teléfono o radio a una de las siete subestaciones, que hay que atender algún servicio.
Conocen la ciudad, las salidas, las entradas. Ubican bien cada lugar al que deben de mandar a sus compañeros, según la subestación, se coordinan con otras corporaciones para conjuntar esfuerzos desde su lugar y apoyan a quienes llegan a la central solicitando algún tipo de servicio.[OBJECT]
Como es sabido, la labor del bombero es de acción, sin embargo, sin el apoyo de elementos efectivos en Radios, el trabajo operativo sería mucho más difícil para todos.
El pasado tres de diciembre se conmemoró el Día Internacional de la Discapacidad. Ellos cuatro nunca pensaron en ser bomberos, pero han sido capaces de sortear las metas que la vida les ha marcado y su labor es imprescindible.
No la tienen fácil. Desde hablar de la silla que usan, una de dos que les fueron donadas por ciudadanos y que es más cómoda que la que tenían antes, hasta el alto nivel de estrés que enfrentan cuando reciben llamadas por alguna de las tres líneas telefónicas disponibles y tres radios, sobre todo en momentos en que se registra algún accidente grave y no dejan de sonar.
Incluso reciben las famosas llamadas de broma, que piden atentamente dejen de realizar, porque en ocasiones por atender a un juguetón o a algún grosero que les recuerda al 10 de mayo, se pueden perder valiosos minutos en una verdadera emergencia.
Estos cuatro elementos comparten con los lectores su experiencia de vida y reiteran que a pesar de todo, siempre hay esperanza y todo es posible. Y por cierto, si alguien puede apoyarlos con una silla de oficina para que estén un poco menos incómodos en su jornada laboral de 12 horas, se les invita a echarles una manita.
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