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Cuando cala más el robo que el frío

Un indigente arriba a la plaza de Armas de Tampico con un paquete que le servirá de cobija en cualquier cama a la intemperie, porque hasta los refugios roban, dice.

Cuando se le vio en la Plaza de Armas luchaba contra el viento que agitaba su cobija y unas bolsas que acarreaba; jalaba también (o lo intentaba a cada tres pasos) un carrito de viajero, donde en lugar de maleta, cargaba lo poco acumulado esa noche; inmundicia rescatada de los botes de basura de la ciudad.

Juan Maldonado es un indigente de 70 años que el día de hoy, durante las primeras horas de la madrugada de este 7 de enero, experimentó otra lucha en temporada invernal con los cambios bruscos de una temperatura que cayó súbitamente de los 16 a los 10 grados, con sensación térmica de 6. Se enfrentó contra una presión atmosférica del orden de los 1028 milibares y un viento helado mayor a los 50 kilómetros por hora.

Para la media noche la plaza principal de Tampico, lucía desolada y, uno que otro aventurado cruzaba con paso marcial la urbe en busca vanamente de un vehículo de transporte público. Solo uno o dos negocios con empleados de servicio las 24 horas del día, veían parapetados, a esos extraños seres que preferían buscar refugio en un rincón entre el frío pavimento de la plaza. Eran testigos de aquellos bultos en medio de la llovizna que yacían tirados entre cobijas húmedas, enredados en bolsas de plástico, cuando a ellos el frío les calaba hasta médula.

Las noches para un indigente en el Puerto o de la zona conurbada –sin frío o con él-, parece les son indiferentes. Lo mismo pasa con Juan Maldonado, quien con sus más de siete décadas, prefiere permanecer a fuera y no acudir al refugio a pocos pasos de ahí, entre las calles 20 de Noviembre y Cristobal Colón sobre la Capitán Emilio Carranza. Terquedad o resignación esta madrugada Maldonado, ha hecho otra apuesta a la muerte.

“Ahorita tengo que buscarle para sobrevivir, pero esta vez junto cartón por mera necesidad, porque a la edad de uno ya no le dan trabajo; aunque tengo muchos conocimientos de muchas cosas, pero ya no lo toman a uno en cuenta… más sin embargo, he sobrevivido”.

Juan Maldonado reza el rosario a domicilio cuando hay un difuntito, entonces recibe un pago significativo que le ayuda a ir pasándola, pero cada vez es más difícil que lo contraten.

“El cartón como te digo, hoy me servirá para algo más; voy a buscar un lugar dónde pasar la noche”. Pero, cuando se le pregunta el por qué no acude a algún refugio, pronto señala: “Nooo, es que ahí te roban tu dinero; por eso mejor prefiero refugiarme como pájaro”, señala alejándose intempestivo sin decir otra palabra.

La historia de Juan es la misma para decenas de necesitados que buscan huir de los abusos. De poco más de 1.60 metros de estatura, cabello cano y una mirada extraviada, como buscando; él sabe, que cada día ahí afuera es un reto a la supervivencia. Y que en caso de no librarla… solo espera haya alguien que diga un oración en su nombre.

EVT

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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