Alrededor de mil 500 personas marcharon silenciosamente del Museo Tamayo, ubicado en Paseo de la Reforma, en la colonia Bosque de Chapultepec, al Museo Nacional de Antropología e Historia, en honor a la vaquita marina.
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Los participantes, que en su mayoría eran extranjeros y menores de edad, marcharon desde la explanada del Museo Tamayo con pancartas, imágenes y globos, para generar conciencia en torno a la extinción de la especie.
En la procesión también trasladaron el cráneo de una vaquita marina, rodeado de dos yugos, uno esculpido en mármol en señal de respeto y el segundo fundido en bronce, con incrustaciones de redes y basura del Golfo de California, para enfatizar la agresión hacia los ecosistemas marinos.
Al llegar al Museo de Antropología, Patricio Robles Gil, fotógrafo y escultor, pronunció un discurso en el que exhortó a los participantes a honrar a la vaquita marina y enfrentar las batallas que sean necesarias para garantizar su sobreviviencia.
“Esta ceremonia no es un réquiem de la vaquita como especie ya que aún sobreviven pocas de ellas, estamos aquí para manifestarnos por la triste situación en que se encuentran; hoy todos somos testigos y partícipes de este ritual para honrarla y para enfrentar las batallas que sean necesarias para garantizar su sobrevivencia”.
Posteriormente, se realizó una ceremonia silenciosa en el interior del museo para colocar la escultura memorial de la marsopa vaquita, realizada por Patricio Robles Gil.
FLC