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Fibra de lechugilla, una forma de sustento para comunidades otomíes
La cooperativa Gosthi, de la comunidad otomí de Puerto Dexthi, en Ixmiquilpan, Hidalgo, aprovecha la lechuguilla de forma sostenible para la fabricación de cepillos de alta calidad.Ciudad de México / -
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Alrededor del 30% del territorio nacional corresponde a ecosistemas de matorral, en los que también hay una enorme biodiversidad. | Ariel Oj -
Una de las especies que se aprovechan en estos ecosistemas es la lechuguilla. | Ariel Ojeda -
La lechugilla es una especie de agave. | Ariel Ojeda -
Es la fuente de ingresos de miles de familias en México, en las regiones noroeste y centro del país. | Ariel Ojeda -
La comunidad otomí (Hñahñu) se encarga del manejo y aprovechamiento sustentable de la lechugilla. | Ariel Ojeda -
Extraen la fibra y se fabrican cepillos, escobas y muchos otros productos. | Ariel Ojeda -
La cooperativa Ghosti es una pequeña empresa que se dedica al acopio de fibra de la lechugilla. | Ariel Ojeda -
Allí se fabrican brochas, escobas, cepillos, utensilios para masaje e higiene personal. | Ariel Ojeda -
Gosthi está compuesta por 27 socios de la comunidad, algunos son comuneros y otros no tienen derechos agrarios. | Ariel Ojeda -
La iniciativa surgió de la necesidad de generar mayor valor agregado a la producción de fibra y pagar mejor precio a productores. | Ariel Ojeda -
El proyecto nació en 2009, cuando productores se organizaron para reforestar 350 hectáreas de matorral en Puerto Dexthi. | Ariel Ojeda -
La lechuguilla requiere de al menos tres años de crecimiento para ser cosechada, y cada planta se puede aprovechar cada dos años. | Ariel Ojeda -
Su recolección es un trabajo familiar. | Ariel Ojeda -
Una vez que se cosecha, se ponen a extraer la fibra, generalmente lo hacen en sus casas con unas máquinas procesadoras. | Ariel Ojeda -
Machacan las pencas con palos y machetes para luego extraer la fibra. | Ariel Ojeda -
Cada productor cosecha entre 40 y 50 kilos de fibra seca por día y se les paga entre 25 y 30 pesos por kilogramo en la cooperativa. | Ariel Ojeda
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