Reconocer la adicción al juego, también conocida como ludopatía, es el primer paso para que una persona se recupere de este trastorno, pues si un familiar o persona cercana solicita ayuda en su lugar no se obtendrían resultados favorables, señala Esmeralda Yelisse García Ortega, psicóloga del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco.
García Ortega explicó que la sintomatología es clara, dado que mentalmente el afectado sólo se ocupa y se concentra en el juego, el cual se vuelve su centro de atención, además de que enfrenta periodos previos de ansiedad, como parte de un síndrome de abstinencia.
“Si está cada vez apostando más dinero, si no puede controlar el impulso por ir a jugar, es equiparable a cualquier adicción, caen en ella porque desean aliviar los síntomas de ansiedad, hasta que juegan liberan esta situación”, explicó.
Indicó que el juego se vuelve una necesidad y un deseo que la persona ludópata no es capaz de reprimir. Al igual que otra adicción, la persona afectada utiliza esta vía para “fugarse” o escapar de problemas personales.
La especialista señala que la adicción al juego es una condición que suele ser difícil de aceptar por la persona afectada: “es difícil de reconocer, incluso es menos notable que el mismo alcoholismo”, mencionó.
Por lo anterior, indicó que la problemática presenta un subregistro en el país, ya que aún no se conocen estadísticas reales. En el país algunas referencias han señalado que los estados del Norte y del Centro tienen una mayor prevalencia de la problemática. En tanto en el Centro Comunitario de Salud Mental (CCSM) No. 1 del IMSS Jalisco se reporta que un 30 por ciento de los pacientes recibe atención por trastornos de ansiedad, del cual alrededor de uno por ciento dice tener conductas ludópatas, que incluso lo llevaron a tener conflictos familiares, laborales y sociales.
García Ortega señaló que la persona que considere tener problemas con su forma de jugar, puede solicitar una valoración por parte del médico familiar en caso de ser derechohabiente del Instituto.
“El médico familiar lo derivaría a un segundo nivel, donde lo atenderá un psiquiatra y él va a valorar si existe o no el trastorno, una vez que lo diagnostica, lo canaliza al Centro Comunitario de Salud Mental”, indicó.
Es importante que la persona reciba ayuda profesional, pues sin tratamiento oportuno puede caer en acciones como el robo, o vender sus pertenencias, además de propiciar el rompimiento de sus relaciones interpersonales.