En la explanada del Monumento a la Revolución, decenas de niños y adolescentes se colocan sobre la fuente a nivel y aguardan pacientes bajo el intenso sol a que el motor que bombea el agua sea activado.
Justo cuando menos lo esperan el chorro de agua sale disparado. Los gritos, las carcajadas y los empujones comienzan, es una fiesta urbana en donde los asistentes bailan al ritmo de los chorros de agua que suben bajan.
Los adolescentes toman los mejores lugares, mientras que los niños y niñas luchan por ganarle un espacio a los gigantes de 15 años. “los grandotes se avientan entre ellos y no dejan que te mojes”, reclama María Fernanda de 11 años a su tía Miriam Miranda quien permanece sentada bajo una sombra en la explanada.
“Trajimos a los niños a divertirse un rato, venimos de Loma Colorada, Naucalpan, y na’ más venimos aquí a la fuente”, comparte en entrevista para Notivox Digital mientras cuida de un improvisado campamento: toallas para secarse, botellas con agua y tortas.
“El de la idea fue mi esposo, me dijo que hay que llevar a la niña a remojarse un rato”, dice.
La fiesta urbana de la fuente es una postal que congrega a fotógrafos y turistas; al ras de la fuente se protegen de chorro pero disfrutan de la brisa fresca.
“Llevo aquí media hora tratando de sacar la mejor foto, no es fácil porque los chicos se empujan mucho y aparte hay que cuidar el equipo del agua, dan ganas de meterse” comparte el turista argentino Louis Tabor.
En el cuadro de la fuente los empujones no paran, las caídas y resbalones parecen un chiste; los abrazos y los besos incluyen un tono de romance a la fiesta; los oportunos rellenas vasos y botellas con agua para lanzarle a los otros y la foto ‘pal feis’ es obligada entre los adolescentes para recordar aquella victoria a un día de intenso calor.