Rebecca Jones, quien murió ayer a los 65 años, luego de haber atravesado por una dura batalla contra cáncer de ovario que dejó muy deteriorada su salud, siempre
se definió como una mujer fuerte; incluso, en su momento, tras conocer y superar su mal, dijo a MILENIO: “Soy muy testaruda, por eso no me venció el cáncer”.
Sin embargo, la actriz que emocionó al público al dar vida a personajes icónicos como María de los Ángeles Bustamante en El ángel caído, Vilma de la Fuente de Larios en Cuna de lobos, Sofía Vidal en Imperio de Cristal o Antonia Palacios de González en Para volver a amar, en el género de la telenovela que la encumbró, ya no resistió más los efectos del cáncer que había padecido.
La noticia de su muerte sorprendió ayer por la mañana a sus amigos, compañeros y fans, quienes a lo largo de más de cuatro décadas admiraron su desempeño en la televisión, donde el último trabajo que realizó e incluso dejo inconcluso fue Cabo; que la gozaron en el teatro, donde por última ocasión subió al escenario en Una mujer extraordinaria atrapada en una vida ordinaria, o se impresionaron con su actuación en el cine, el séptimo arte que registró su sensibilidad en Nada que ver, la cinta que recién estreno y que aún alcanzó a ver en una función especial.
Tras la noticia de su muerte se conoció su decisión de tener “un funeral privado, en familia y con un reducido grupo de amigos muy allegados”, compartió Danna Vázquez, su publirrelacionista y amiga.
“Será en unas semanas cuando nos reunamos para compartir algo que ella dejó”, añadió al referirse a la voluntad de la actriz, que en la década de los 80 inició su camino por la actuación tras haber estudiado en Estados Unidos.
Rebecca Jones, quien se ganó el título de primera actriz con trabajo, disciplina y profesionalismo, se asumía como una mujer satisfecha, orgullosa de sus logros e incluso de sus tropiezos; decía: “Yo conté con muchísima fortuna, la verdad me siento muy afortunada y muy bendecida por la fortuna, no le puedo llamar de otra manera, de haber tenido gente que me apoyó desde el principio en mi carrera. Gente como Ernesto Alonso, y que yo supe aprovechar esas oportunidades, aunque también es una cuestión de suerte. Y de estar con una cuestión de hambre y con unas ganas de... no de ser famosa, de brillar por mí misma, sino de hacer una carrera”, dijo en entrevista con MILENIO cuando participaba en la teleserie Las criadas, para Televisión Azteca, una historia en la que se abordaba la trata de mujeres en el afán de los productores de que el televidente se identificara con las problemática de una realidad que replicaban en la pantalla. Y que la actriz consideraba un acierto “ante las variantes que ha tenido el mundo del entretenimiento, y en especial las telenovelas, que a últimas fechas han tenido que buscar una variante y no limitarse al puro entretenimiento”.
Incluso, al superar el cáncer de ovario, compartió la gran enseñanza que le había dejado esa experiencia: “A mí me cambió la vida, tuve muchos ángeles que me rodearon; tuve la fortuna de conocer a gente que me ama, conocí cosas que de otra manera jamás habría conocido, porque de pronto nos gana la vorágine de la vida y dejas de percibir lo que realmente vale la pena. Antes de esta experiencia yo ya agradecía amanecer, ahora lo hago con más conciencia todavía, agradezco tener vida al abrir los ojos; ya cuando pones las cosas en esa balanza, lo demás no importa”, dijo a MILENIO.
Y hasta sus últimos momentos, en los que estuvo su hijo Maximiliano, Rebecca se mostró como una mujer agradecida, de acuerdo con el comunicado que informó de su fallecimiento: “Rebecca estuvo acompañada en todo momento por sus seres queridos, se fue en paz y con un profundo agradecimiento a su público para el que trabajó toda su vida”. _