Desde Monterrey hasta Dinamarca, un grupo de jóvenes futbolistas mexicanos vivió una experiencia que marcó sus vidas para siempre. Con apenas 11, 12 y 13 años, niños de las categorías 2010 y 2013 participaron en el Dana Cup, el torneo de fútbol juvenil más internacional, con más de mil 100 equipos de 45 países y un 90 por ciento de clubes extranjeros.
Durante el torneo, los equipos mexicanos se enfrentaron a rivales de África, Emiratos Árabes Unidos, España, Groenlandia, Estados Unidos, Suecia y Polonia, demostrando no solo su talento en la cancha, sino también su capacidad de adaptación, fortaleza mental y espíritu competitivo.
Aunque hubo momentos difíciles, derrotas dolorosas y obstáculos inesperados, estos jóvenes mostraron una madurez poco común para su edad: supieron levantarse, apoyar a sus compañeros y volver a intentarlo con más fuerza.
"Cuando ya estábamos muy cansados, un día jugamos tres partidos y lo único que quedaba era todo el amor por el futbol", comentó Maximiliano jugador de la sub 2013.
Los entrenadores de ambos equipos destacaron no solo el rendimiento deportivo, sino el crecimiento personal de cada jugador. Para ellos, la enseñanza más grande no fue el resultado, sino el proceso.
El Dana Cup fue, para muchos de estos niños, su primer torneo internacional, su primer viaje tan lejos de casa, su primer partido bajo una lluvia nórdica. Pero más allá del marcador, lo que se trajeron fue algo mucho más valioso: la certeza de que el sueño de ser futbolistas profesionales está más cerca si se trabaja con pasión y disciplina.
Hoy regresan con un trofeo, pero también con algo más importante: la ilusión intacta. Porque el fútbol no solo se juega, se sueña.
grt
