Las calles de la Ciudad de México forjaron en el joven José Guadalupe Pintor Guzmán a uno de sus más grandes guerreros y le dieron todo lo que necesitó para sobrevivir a la gloria que le trajeron los guantes, pero también a la tragedia que lo acompañó.
Una relación violenta con su padre, llevó a Lupe Pintor a escapar y vivir sin techo a los 12 años de edad, hasta que el boxeo se atravesó en su camino.
"Me aferré al boxeo como nadie más. Todos veían en el ring una manera de dejar atrás las carencias, para mí no fue diferente, pero mi compromiso y mi disciplina fueron lo que me llevó a destacar sobre todos los que abarrotaban los gimnasios”, recordó para MILENIO-La Afición el ex campeón mexicano que gobernó a los pesos gallos y supergallos desde 1979 a 1986.
Fototeca Milenio
Doce años después de la primera ocasión en la que se calzó unos guantes, disputó su primer campeonato del mundo y para sorpresa, no solo se levantó de la lona en el cuarto round, también se llevó dos de las tres tarjetas de los jueces para vencer a su afamado compatriota Carlos Zarate y así adueñarse del cinturón gallo del Consejo Mundial de Boxeo.
"Hasta ahora la conquista de ese título, y la fiesta que tuve después, es algo que me acompañarán toda mi vida; una sensación que ni mi segundo título me dio. Pero me pasó lo que al dicho: el que no tiene y llega a tener, loco se quiere volver. La vida siempre es justa y te termina de poner en tu lugar".
Guadalupe Pintor junto a Arturo Durazo Moreno (Fototeca Milenio)
Tenía hambre, ya era campeón del mundo, pero no tenía dinero y sabía que no era invencible –la calle le había enseñado a desconfiar–, por eso no descuidó el gimnasio y eso lo ayudó a enracharse con 8 defensas del campeonato.
"Ganar el primer título abre todo. La vida cambia increíble. Pasas de ser el peón al arquitecto. Pero después de lo que he vivido, digo que la vida de albañil es más fácil que la del boxeador…Uno es soberbio, egoísta y prepotente, porque son las circunstancias. Como no tuve ni afecto, ni cariño, ni dinero, ni nada, tal vez sí me volví un poco loco. Arrastraba ese complejo de niño, pero algún día alguien me enseñó que tenía que ser diferente y valorar".
El 19 de septiembre de 1980, aún como campeón gallo del CMB, Lupe vivió el drama: la muerte del galés Johnny Owen. Ambos pelearon durante 12 rounds, de una pelea pactada a 15, Owen cayó dos veces en ese episodio y ya no se pudo incorporar, estaba inconsciente. De emergencia, lo llevaron al hospital donde fue operado para remover un coágulo del cerebro. Murió dos meses después.
"El vivir por un título y morirse en el intento, ahora lo pienso, si me hubiera tocado a mí, hubiera sido lo mejor. Imagínese morir representando a un país. Si me hubiera tocado, hubiera sido glorioso, pero a mí me tocó la otra parte, la que está cañón. Yo sigo soñando con el flaco, lo veo como nos conocimos hace 40 años. A veces en el sueño me veía en un cerro, perdido, y Owen me jalaba y me enseñaba el camino a seguir", confesó el ex peleador, que además en ese momento no recurrió a profesionales que lo ayudaran a lidiar con el trauma; él y su familia simplemente se enfocaron en seguir adelante.
Fototeca Milenio
Después de perder ante Wilfredo Gómez el título en 1982, no se desanimó y tres años después llegó la recompensa, pues se coronó campeón mundial supergallo, al ganar por decisión unánime a Juan Meza, corona que perdió en su primer defensa. Tras enlazar cinco derrotas en sus últimas 6 salidas, Lupe supo que había llegado la hora del retiro.
"18 años dedicados al boxeo Fue una carrera bonita, llena de logros, más logros que fracasos. ¡Qué no le da a uno el boxeo! No tenía ni para un pantalón, mucho menos para zapatos. Tenía frío y hambre. Valió la pena vivir todo. Sacrificarme, creer, esforzarme, pues al fin de todo lo logré".
José Guadalupe Pintor siente que no le falló a nadie, ni siquiera a Johnny Owen en El Gran Auditorio de Los Ángeles.
FCM
