El 28 de junio de 2021, el jugador mexicano número 137 debutó en las Grandes Ligas. A sus 25 años, Alejo López cumplió un sueño familiar junto a los Reds de Cincinnati, con quienes empezó su camino en 2015. Proveniente de una familia beisbolera, con padre y abuelo siendo ex jugadores profesionales en México, cualquiera pensaría que el hito fue resultado de una pasión heredada. Sin embargo, desde que Alejo tomó los bates y pelotas a los cinco años no solo mostró talento, sino determinación en su camino.
Su abuelo fue el cubano Silverio Pérez y su padre es Alfonso López, ex gerente de los Tigres de México y actual vicepresidente de los Pericos de Puebla desde 2019. El Chato, como se le conoce al directivo, recuerda el camino recorrido de su hijo y la pasión que le heredó por este deporte.
“Es una semilla desde mis padres y de sus padres a la vez. Para mí fue muy fácil transmitirles este bello juego a mis tres hijos. Viviendo en México nos quedaba muy cerca la Liga Olmeca y la Liga Maya y yo estaba en la gerencia general de los Tigres en el Parque del Seguro Social y era una logística muy fácil. Alejo se fue enamorando desde los seis años. El haber jugado yo para Tigres desde 1984 era lógico que mis tres hijos estuvieran ligados al deporte rey"
“Alejo trajo un gran talento y desde que escuchaba a su abuelo decirme que lo alejara de la loma de picheo a sus ocho años, empezamos fuertemente a trabajar. Fue poco tiempo que me dio Alejo, porque a los 13, 14 años migró al beisbol canadiense. Ha sido un bonito peregrinar hasta el mejor beisbol del mundo, con grandes bendiciones humanas”, relata el Chato en charla con La Afición.
Un sueño compartido
Aquel 28 de junio, Alfonso estaba tan nervioso por el debut de su hijo que no vio su primer hit, pero después no ha perdido detalle del camino de Alejo.
“Las emociones se dejaron venir, lo disfrutamos enormemente. Su primer hit no lo pude ver en vivo, la emoción me hizo picarle a algo en la televisión. Ya el siguiente juego donde disputa las nueve entradas y donde conecta cuatro hits fue de película, si lo pides tan bonito es difícil que se dé. Él rompe ese día que yo llego a Cincinnati, fue maravilloso, fue como cuando llegas por primera vez a Disney”.
Y enseguida relata como su hijo tenía muy claro su objetivo de llegar a las Grandes Ligas, algo que él también deseaba.
“Fue algo compartido, pero él siempre tuvo su propia identidad y su propio compromiso con el beisbol. Fue muy independiente. A los 13 años cuando vienen los canadienses a hablar conmigo después de un try out, él me dijo ‘papá no te metas en mi vida, llegó mi primera decisión. Ya está tomada, ya me voy, apóyame, me voy a estudiar a Canadá y a practicar como siempre lo he querido’. Allá aprendió muchísimo y ya que lo vieron maduro lo empezaron a llevar a torneos y llegó a Arizona donde fue fácil encajar tres años en highscool. Después me dijo ‘Papá la universidad no se va a mover de ahí, si salgo en el draft quiero irme a jugar profesional’. El desarrollo que recibió en los Reds fue maravilloso, le enseñaron a jugar y cruzó todo dese Rookie League hasta la Triple AAA”.
Poco a poco Alejo empieza a labrar su camino dentro de las Grandes Ligas, pese a ello siempre recurre al consejo paterno, aunque el Chato López sabe muy bien que de beisbol ya no le puede enseñar mucho.
“Somos grandes amigos, tengo la oportunidad de hablar con él día a día. Me expresa sus sentimientos y aunque yo intento darle consejos, ya me rebasó. Un consejo de padre siempre me lo pide, tenemos una relación cercana desde sus cinco años. Hay momentos difíciles y bellos en el transcurso de su carrera”.
Hoy, Alejo López cumple el sueño de tres generaciones. Es el primer miembro de la familia que llega a la Gran Carpa. Su abuelo Silverio lo soñó, al igual que su padre Alfonso; sin embargo, él ha sido el elegido para concretar esa ilusión.
MGC
