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Vuelta a "Frankenstein"

"Bravura", nos sitúa en los ambientes desenfrenados de comienzos del diecinueve, donde Byron, Polidori, Percy Shelley y la misma Mary se pelean la autoría de aquella narración fundacional.

Bravura, una de las primeras novelas del escritor francés Emmanuel Carrère (1957), ha sido recuperada por su editor en castellano, el sello barcelonés Anagrama. Hecho que se deriva del éxito de su más reciente título, El Reino, verdadero suceso editorial que narra desde la vivencia más personal los tiempos fundamentales del cristianismo.

Así las cosas en nuestro medio editorial. En muchas ocasiones, el lector no tiene la posibilidad de acercarse a la obra de los autores de manera cronológica. Particularidad abierta al refrendo o desaprobación de éstos, si bien las obras deban juzgarse (gustarse o disgustarse) por sí mismas.

Con Carrère la experiencia se complica un poco más.

Y es que su corpus novelístico, compuesto ya de unos ocho títulos, se ubica en diferentes planos, tiempos, historias, personajes y diferentes maneras de narrar. Una novela rusa, De vidas ajenas, El bigote, Una semana rusa, Limónov… y Bravura, donde el autor nos traslada al universo del mítico Frankenstein.

Sí, al “moderno Prometeo” de Mary Shelley y la conocida leyenda sobre su escritura que lo ha envuelto durante dos siglos.

Bravura, una trama encima de otra, nos sitúa en los ambientes desenfrenados de comienzos del diecinueve, donde Byron, Polidori, Percy Shelley y la misma Mary se pelean la autoría de aquella narración fundacional. Para de ahí adentrarse en otras posibles narraciones similares, tendientes todas a esa arraigada costumbre del hombre para inventarse dioses.

La “moda” de Frankenstein llegará lejos.

“La moda del verano, la moda Frankenstein, con la piel de animal, los electrodos y demás…”, cuando Bravura nos ubique en los años actuales (en Londres) alrededor de una comunidad de escritoras “por encargo” de novelas rosas, quienes heredarán las complicaciones no resueltas del relato invocado.

Más aún: las disecciones y las resurrecciones galvánicas, herencia de una secta muy contemporánea cuyo núcleo dirigente irá contra las novelistas, al amparo siempre de Polidori.

Aniquilado por el opio y en permanente pleito con Byron, Polidori representará una especie de eslabón perdido entre pasado y presente. Polidori, quien junto a Byron y Percy saliera “perdedor” de esa noche del 1816 en que se gestó Frankenstein, será reivindicado en Bravura.

Año, por cierto, de cataclismos y temores en todo el mundo.

“En la primavera de 1816 una inmensa nube negra, suspendida sobre Europa, filtró los rayos del sol y provocó tal descenso de la temperatura que aquel año quedaría registrado en consecuencia como el más frío del siglo en el hemisferio norte”.

Bravura cobra así cuentas a favor de Polidori, al que le “negaron a publicar sus escritos, lo desacreditaron, lo amordazaron porque ya los nuevos amos de la tierra se habían apoderado de la información, las ediciones, las gacetas”.

Un hombre abatido por las adicciones que “vio y comprendió lo que ocurría, asistió impotente a aquella conquista invisible y, desesperado, se suicidó. Pero antes de hacerlo escribió lo que sabía y se lo atribuyó ficticiamente a Frankenstein”.

En estos tonos la vuelta de Carrère a Frankenstein, a la fecha un referente más visual que literario.

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Mauricio Flores
  • Mauricio Flores
  • [email protected]
  • Periodista, estudió Ciencia Política y Administración Pública en la UNAM
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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