Hace cinco décadas comenzó a reflexionar sobre los derechos de las mujeres, si bien apenas pocos años atrás se empezó a difundir en el mundo de habla hispana, y más allá del orgullo que siente por el hecho de que mujeres de nuestro tiempo aún se detengan en su pensamiento para darle sentido a la vida contemporánea, Vivian Gornick estás más que consciente de los desafíos que enfrentan los movimientos feministas en todo el mundo.
Protagonista de la Feria Internacional del Libro de las Universitarias y los Universitarios, organizada por la UNAM, la escritora neoyorquina forma parte de una generación que enarboló discursos feministas desde hace 50 años, “cuando empezamos creíamos que éramos revolucionarias, en realidad éramos visionarias”.
“Pensábamos, como sucede con cada generación, que éramos de las primeras personas en traer este discurso al mundo, como si la revolución francesa, por ejemplo, y todos los derechos que se consiguieron allí para las mujeres, no hubiera sucedido; sin embargo, la noción de los derechos de las mujeres prevalece hasta la fecha y eso es el legado más importante de mi generación”.
Desafortunadamente, alerta Vivian Gornick en la conversación con MILENIO, aun cuando desde hace medio siglo las feministas pensaban “que estábamos transformando al mundo”, no ha sucedido así: hoy se siguen viviendo vidas muy semejantes a “las de nosotras o de nuestras madres: se casaban, tenían hijos y sus vidas seguían inscritas en la disparidad de género en asuntos laborales, por ejemplo, donde siguen teniendo menos oportunidades”.
“Estamos en una segunda ola que ha leído a mi generación, a la que siguió y tiene una especie de despertar, pero se da cuenta que en 40 años el mundo que debía ser suyo, sigue sin pertenecerles y eso ha propiciado una rabia muy importante, porque creíamos que se había propiciado una transformación, y los cambios han sido muy lentos. Lo que sí logramos fue poner los derechos de la mujer en un primer plano y eso ya no tiene vuelta para atrás”.
Cambio en la sociedad
De sus 87 años de edad, Vivian Gornick ha dedicado más de medio siglo al feminismo, desde sus escritos en The Village Voice, con lo que se ha convertido en una de las voces emblemáticas del movimiento, más allá de que su palabra se hubiese empezado a difundir en lengua española de unos 10 años a la fecha, con la aparición de libros como Apegos feroces, La mujer singular y la ciudad, Mirarse de frente y Cuentas pendientes, todos bajo el sello Sexto Piso.
“El mundo hispanoparlante descubre mi obra 40 años después de que empecé a escribirla y, súbitamente, todo mundo está interesado en ella, pero nadie estaba dispuesto a escucharla. Eso para mí es frustrante: me encuentro con mujeres jóvenes, feministas, que llegan a decirme: ‘Es que mi esposo…’ Las ideas estaban ahí, pero si no existe la disposición para escucharlas y para el cambio, entonces se vuelven estériles y se muere su capacidad su cambio”.
Vivian está convencida de que no se trata solamente de un cambio que debe darse en los hombres, sino también en las mujeres, porque se trata de una dinámica de poder e instrumentalidad: quien tiene el poder, instrumenta; quien no lo tiene debe encontrar la forma de lidiar con esas estructuras para ver si puede llegar a esas figuras donde se detenta el poder.
“En eso hay una especie de complicidad entre algunas mujeres que se insertan en estas dinámicas tratando de escalar en esa instrumentalidad y no se ven como miembras de una especie de grupo que está luchando por revertir dinámicas ancestrales”.
La escritora se refiere a la tardanza en ver transformaciones reales en la sociedad; incluso, cuando se le pregunta por qué, cinco décadas después de empezar sus reflexiones feministas, los cambios sean tan lentos, su respuesta es preguntar al editor de Sexto Piso Diego Rabasa y al entrevistador por esas razones.
“En 2017, con las denuncias a Harvey Weinstein, me sorprendió mucho darme cuenta de que, aun cuando desde hace 50 años existen leyes contra el acoso laboral en Estados Unidos, no se conoce a una persona que haya sido juzgada por ese delito, hasta Harvey. Con toda razón, las mujeres de esta época están más furiosas de lo que nosotras estábamos, porque ya han pasado más de 40 años de teoría y eso no ha podido decantarse en un cambio real”.
El problema, desde su perspectiva, es que la disputa entre hombres y mujeres es de las más añejas en la historia, de los más grandes cismas que tiene registrado el mundo moderno: se habla del racismo como uno de los problemas más acuciantes de las sociedades contemporáneas y es verdad que las cuestiones raciales producen algunos de los niveles más altos de violencia en el mundo, pero la más añeja es la disputa entre los hombres y las mujeres.
“Las transformaciones duran mucho tiempo, porque se hacen de persona a persona. Cuando logramos la legalización del aborto, desde ese momento pensaba que sería un tema por el que tendríamos que luchar muchas veces, que tardaría un siglo en poderse instalar realmente y me sorprendió la existencia de países católicos que asumieron el aborto dentro de sus sistemas legales, pero de alguna forma sabíamos que se vendría una especie de revancha, una disputa de regresión de esos derechos”.
Con el #MeToo más reciente, el problema tuvo una proliferación mediática y discursiva muy importante; el reto es llegar a más personas, enfatizó Vivian Gornick, a sabiendas de que la transformación sucede en mil personas, en dos mil, mientras hay miles de mujeres que están siendo acosadas en su trabajo “y muchas que se siguen prestando a estas dinámicas de poder. No las juzgo, pero sigue sucediendo“.
“Si uno se pone a pensar, la historia de la humanidad tiene que ver con estas fricciones que se dan, en las que cualquier persona que encuentre una posibilidad de disentir o de pelear contra el vecino, lo va a hacer”.
Ficción y realidad
Vivian Gornick sí tenía la intención de convertirse en narradora de ficción, un poco porque toda su generación creció pensando que iba a escribir la gran novela americana; después de muchos intentos, resultaba frustrante para ella “ver que no tenía ese talento para la narrativa de largo aliento”, aunque desde sus años de juventud solía contar a sus amigos las historias de su vida, recogidas en libros como Apegos feroces.
“Pasó el tiempo y después de contarle la historia de la vecina de enfrente de donde vivíamos, el germen de este libro, ella me dijo: ‘Ese es una memoir’ (un género específico anglosajón). Ahí me di cuenta de que la única forma en la que puedo disponer de mi talento narrativo para contar historias es si me uso a mí, la primera persona del singular, como el sujeto de referencia para poder contextualizar las historias, lo que llamo ‘el sujeto irrenunciable'''.
Así, Gornick encontró el lenguaje para escribir la narrativa personal, con la certeza de que se trata de algo que le pasa a todos los escritores: en un género encuentran el tono adecuado para darle cuerpo a su expresión narrativa y “para mí fue ese: el de la narrativa personal”.
Claves
Sus libros en MéxicoLa obra de la neoyorkina llegó a la lengua española hace 10 años. En México, sus libros son editados por la editorial Sexto Piso. Tiene cuatro títulos publicados aquí.
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