Pocos lectores pueden sustraerse al imperio de un libro como la Biblia. Su presencia durante miles de años, hecha suya por el catolicismo, la convierte como el texto de mayor lectura e incidencia. Si bien su factura, estilo, traducciones y proyección puedan ser elementos de controversia al momento de considerársele como "un libro", en tanto definición ulterior.
Fundamento civilizatorio y guía de espiritualidad, la Biblia se encuentra en todas partes; en todos los tiempos. Ni la fuerza histórica de otras religiones, también dotadas de sustentos similares, ni el desprecio de la humanidad a los temas morales, la han confinado al olvido. Siempre habrá una Biblia a la mano. En cualquier espacio. Tiempo. Lo que se confirma ahora (de una manera por demás particular) con la publicación de Una biblia, a cargo de los franceses Philippe Lechermeier (texto) y Rébecca Dautremer (ilustración), y traducción al español de Elena Gallo Krahe. Libro, éste sí perfecta y bellamente definido, que reproduce el otro libro y sus cientos de historias eternas.
Cómo no reconocer a Lechermeier cuando explica la gestación de este producto editorial: mirar la Biblia como texto constitutivo, mirar la Biblia como bien común. Partiendo además de una evocación repetida: el texto familiar y escolar que la mayoría cargamos bajo el brazo en nuestra infancia. Ese libro leído por obligación (como el Quijote y otros clásicos) y al que paulatinamente fuimos encontrándole bellísimas historias.
Historias que a lo largo de los tiempos habrán de reproducirse de manera oral, y adecuadas a las circunstancias particulares de los colectivos y el yo. Pero también, cómo no celebrar a Dautremer, quien sin importar la carga iconográfica de siglos, la vasta obra ilustrativa del texto de grandes artistas, le entró al reto de acompañar las narraciones con cuadros plásticos que hicieran reaccionar una vez más lector. Apropiarse de la obra, anota la ilustradora. No había más.
Al singularizar su biblia, Una biblia, Lechermeier y Dautremer nos trasladan a un tiempo a nuestra biblia, a su proceso de conformación en nuestro imaginario (si se quiere también espiritual). Hecho que se concreta en esta deliberada versión que, sí, incluye el génesis, el éxodo, el cantar de los cantares... A Caín, Abel, Jacob, Raquel, Sansón, Salomón, Elías, Ester. Las danzas, las bodas, los mares, el desierto. Muchas historias. Como la de aquellos leñadores de los prodigios de Eliseo: "...estaban cortando árboles, y el filo metálico de uno de ellos se desprendió del mango y cayó al río. Llevaban un rato buscándolo, sin dar con él, cuando llegó Eliseo. Al ver la desolación del hombre, que ya no podía trabajar, lanzó una ramita al agua y pudieron recuperar el hacha".