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Teatro e independencia / II

Baste sumergirnos a vuelo de pájaro en las polémicas protagonizadas por Fernández de Lizardi para entender lo que significó la “libre expresión de las ideas”.

Enfermedad ejecutiva de los escritores modernos de esta ciudad se debe a la pluma de Jaime Frotasa, publicada el 26 de junio de 1820 en la Oficina de don Pedro de la Rosa, en Puebla. Del autor no se ha hallado mayor referencia, pero con esta obra se suma al intenso debate que se generó en torno a la proliferación de papeles volante y periódicos a partir de la libertad de imprenta que promulgaba la Constitución de Cádiz de 1812. Baste sumergirnos a vuelo de pájaro en las polémicas protagonizadas por Fernández de Lizardi para entender lo que significó la “libre expresión de las ideas”. La pequeña situación y jocoso desarrollo dramático que Frotasa nos entrega es brillante, y lo compartimos con los lectores de Milenio:

Médico: ¿Qué ocurre?

Criado: Yo soy, señor, ¿qué ha de ocurrir?, hágame usted favor de bajar y venir conmigo en el momento.

Médico: ¿Pues de dónde vienes?

Criado: Señor, me envían a llamar a usted unos señores que están enfermos.

Médico: Bien: ¿pues quiénes son esos señores?

Criado: Señor, son los que están escribiendo en uso de la libertad de imprenta.

Médico: ¡Hola!, y qué, ¿les ha dado pulmonía?

Criado: No, señor, es miserere; pero están de mucha gravedad.

Médico: ¡Miserere!, ¿qué dices, hombre? Es cosa rara que a todos le haya acometido una misma enfermedad.

Criado: Sí, señor, porque todos comieron una misma cosa.

Médico: Pues, ¿qué comieron?

Criado: Señor, una cosa que a nadie le puede hacer daño, que es la Constitución; pero como les cogió con el estómago vacío, se la comieron toda y se tomaron también más libertad de imprenta que la que debían, y ve usted aquí que se van por arriba y por abajo, sin que nadie les pueda contener.

Médico: Pues eso tiene remedio.

Criado: Sí, señor, es verdad; pero ha sido la desgracia que en lugar de tomar encima de todo el decreto de las Cortes que arregla la libertad de escribir, ¿quién sabe qué han tomado?, y ya se mueren, y dizque uno de estos señores que llamaban el Entremetido se murió de eso, y ya lo enterraron, oí decir en casa de mi amo.

Médico: Pues según eso, bribón, tú te vienes a burlar de mí, porque ése es miserere de entendimiento y yo no lo puedo curar.

Criado: Señor, yo no tengo la culpa, a mí me envían a llamar a usted.

Médico: ¡Válgate dios! ¿Y qué les han hecho?

Criado: Señor, hasta ahora medicamentos caseros, creo que les han dado a beber adobe y... no sé qué otras cosas; pero cada vez a pior a pior.

Médico: Pues, hijo, diles que yo no soy capaz de curarlos, que se han equivocado; porque yo soy médico del cuerpo físico, no del cuerpo político. Que ocurran a la razón, que es la medicina universal que sana las enfermedades políticas y morales del hombre; que se abstengan de las rivalidades, sarcasmos, personalidades y prurito de escribir solo por escribir; y entonces, ni les dañará la libertad de imprenta ni dañarán a nadie con ella; ni se abusará de este incomparable privilegio de nuestra Constitución: y el pueblo (que hasta ahora apenas ha visto la dedicación de alguno) recibirá las instrucciones de todos, y será del todo útil la libertad de tan nobles, tan sabios, y tan buenos ciudadanos. Vale.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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