A 147 años de su nacimiento, este 3 de abril recordamos al poeta, periodista y diplomático José Juan Tablada, uno de los poetas principales del movimiento modernista mexicano, que floreció en los años del cambio de siglo (de 1880 a 1920 aproximadamente).
José Juan de Aguilar Acuña Tablada y Osuna nació el 3 de abril de 1871 y falleció en Nueva York el 2 de agosto de 1945. Su obra poética ha sido dividida en tres épocas: “Poemas de Juventud (1892-1918)”, “Época Media (1901-1918)” y “Época Moderna (1919-1930)”.
TE RECOMENDAMOS: Al periodismo le hace falta poesía, dice Gersón Gómez
Desde muy joven colaboró en publicaciones como El Universal, El Mundo Ilustrado y El Imparcial, así como en medios de Venezuela, Colombia y Cuba. En 1894 inició su carrera con la aparición de su poema “Ónix” en la Revista Azul, y publicó luego su primer libro de poemas, El florilegio, en 1899. Impulsó también la publicación emblemática de los modernistas mexicanos: la Revista Moderna,
Tuvo una intensa vida diplomática y en 1914 emigró a Nueva York, donde Venustiano Carranza le confió algunos puestos del servicio exterior.
En pleno auge del modernismo, ese movimiento sofisticado, decadentista y con influencia francesa, Tablada publicó en 1894 el poema “Misa Negra” que provocó un gran escándalo entre el clero y la aristocracia porfiriana, tanto por su título como por su tema cargado de un erotismo desesperado.
TE RECOMENDAMOS: El poeta en la parada del autobús
Misa Negra
¡Noche de sábado! Callada
está la tierra y negro el cielo;
palpita en mi alma una balada
de doloroso ritornelo
El corazón desangra herido
por el cilicio de las penas
y corre el plomo derretido
de la neurosis en mis venas
¡Amada ven!…Dale a mi frente
el edredón de tu regazo
y a mi locura, dulcemente,
lleva a la cárcel de tu abrazo!
¡Noche de sábado! En tu alcoba
Flota un perfume de incensario,
el oro brilla y la caoba
tiene penumbras de santuario.
Y allá en el lecho do reposa
tu cuerpo blanco, reverbera
como custodia esplendorosa
tu desatada cabellera.
Toma el aspecto triste y frío
de la enlutada religiosa
y con el traje más sombrío
viste tu carne voluptuosa.
Con el murmullo de los rezos
quiero la voz de tu ternura,
y con el óleo de mis besos
ungir de diosa tu hermosura.
Quiero cambiar el beso ardiente
de mis estrofas de otros días,
por el incienso reverente
de las sonoras letanías;
Quiero en las gradas de tu lecho
doblar temblando la rodilla…
Y hacer el ara de tu lecho
y de tu alcoba la capilla…
Y celebrar ferviente y mudo,
sobre tu cuerpo seductor,
¡lleno de esencias y desnudo
la Misa Negra de mi amor!
TE RECOMENDAMOS: ¿Por qué el 21 de marzo es el Día Mundial de la Poesía?
AG