El oficio de coreógrafo es complejo. Requiere de múltiples manejos de distintos recursos para echar mano pertinentemente de ellos y conseguir la transmisión de lo que se quiere comunicar con una perspectiva estética definida y clara. Para allegarse de esos recursos, los creadores requieren de una constante retroalimentación multidisciplinaria y un continuo contacto con el entorno sociohistórico que les rodea, así como de los avances tecnológicos que día a día surgen o evolucionan.
Pero ser coreógrafo requiere un elemento indispensable: la práctica y experimentación cotidiana. Explorar el espacio, indagar en las posibilidades técnicas y expresivas de los cuerpos, o experimentar una relación directa o una ruptura con los compositores son algunos de los elementos con que los creadores se enfrentan en la cotidianidad de hacer coreografía.
El oficio de coreógrafo en México es difícil, pocas veces se cuenta ya no digamos con todas, sino con un par de las condiciones que cito. El primer reto es, por ejemplo, conseguir un espacio digno y acondicionado que permita crear. Cada uno de quienes consiguen hacerlo merece un profundo reconocimiento.
“Para hacer coreografía hay que ser culto y tenaz”, he escuchado decir a más de uno. Lo ideal es disponer de múltiples lienzos y experimentar una y otra vez hasta que surja la obra que convenza, aquella que es íntegra y representa las pulsiones superficiales y profundas del coreógrafo.
Por esta multiplicidad y subjetividad de los factores que intervienen en la creación coreográfica, considero un despropósito que debamos dejar atrás el formato de concurso, pues aunque existan parámetros fijos y objetivos, no todos ellos pueden ajustarse a una estandarización, ya que, invariablemente, se corre el riesgo de homogeneizar. Nada más contrario a la esencia de cualquier artista.
Este fin de semana se podrá apreciar una iniciativa más acertada: Laboratorio Tcunam, definiendo una era en movimiento. En ella veremos el trabajo propuesto por los bailarines del taller coreográfico universitario al experimentar una etapa como coreógrafos. Podremos ver un panorama inicial de estilos y lenguajes diversos sin el sometimiento a la cartonización que impone concursar por un premio o una beca. Enhorabuena, noveles coreógrafos.