Cultura

Poemas para recordar a Rosario Castellanos en su aniversario

La autora mexicana nació el 25 de mayo de 1925. Aunque murió a los 49 años, escribió una gran cantidad de cuentos, poemas, novelas y ensayos.

El 25 de mayo de 1925 nació Rosario Castellanos, una de las escritoras más importantes del siglo XX. Autora de obras como Balún Canan, Oficio de tinieblasCiudad Real y Mujer que sabe latín, hizo además labores como diplomática, promotora cultural y docente.

Vivió su infancia en Comitlán, Chiapas, lo que despertó su interés por las comunidades indígenas, tema que estuvo presente en buena parte de su trabajo. Fue un símbolo importante para los movimientos feministas de su época. Además, se desempeñó como profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, el Instituto Nacional Indigenista, entre otras universidades.

Castellanos murió en Tel Aviv en 1974 a causa de una descarga eléctrica, mientras se desempeñaba como embajada de México en Israel.

En conmemoración al aniversario 94 de su nacimiento, te dejamos cinco breves poemas de la autora mexicana.


Límite

Aquí, bajo esta rama, puedes hablar de amor.


Más allá es la ley, es la necesidad,

la pista de la fuerza, el coto del terror,

el feudo del castigo.


Más allá, no.



Poesía no eres tú

Porque si tú existieras

tendría que existir yo también. Y eso es mentira.


Nada hay más que nosotros: la pareja,

los sexos conciliados en un hijo,

las dos cabezas juntas, pero no contemplándose

(para no convertir a nadie en un espejo)

sino mirando frente a sí, hacia el otro.


El otro: mediador, juez, equilibrio

entre opuestos, testigo,

nudo en el que se anuda lo que se había roto.


El otro, la mudez que pide voz

al que tiene la voz

y reclama el oído del que escucha.


El otro. Con el otro

la humanidad, el diálogo, la poesía, comienzan.



A la mujer que vende frutas en la plaza

Amanece en las jícaras

y el aire que las toca se esparce como ebrio.

Tendrías que cantar para decir el nombre

de estas frutas, mejores que tus pechos.


Con reposo de hamaca

tu cintura camina

y llevas a sentarse entre las otras

una ignorante dignidad de isla.


Me quedaré a tu lado,

amiga,

hablando con la tierra

todo el día.



Dos meditaciones

I

Considera, alma mía, esta textura

Áspera al tacto, a la que llaman vida.

Repara en tantos hilos tan sabiamente unidos

Y en el color, sombrío pero noble,

Firme, y donde ha esparcido su resplandor el rojo.

Piensa en la tejedora; en su paciencia

Para recomenzar

Una tarea siempre inacabada.


Y odia después, si puedes.


II

Hombrecito, ¿qué quieres hacer con tu cabeza?

¿Atar al mundo, al loco, loco y furioso mundo?

¿Castrar al potro Dios?

Pero Dios rompe el freno y continua engendrando

Magníficas criaturas,

Seres salvajes cuyos alaridos

Rompen esta campana de cristal.



Kinsey Report

I

—¿Si soy casada? Sí. Esto quiere decir

que se levantó un acta en alguna oficina

y se volvio amarilla con el tiempo

y que hubo ceremonia en una iglesia

con padrinos y todo. Y el banquete

y la semana entera en Acapulco.


No, ya no puedo usar mi vestido de boda.

He subido de peso con los hijos,

con las preocupaciones. Ya ve usted, no faltan.


Con frecuencia, que puedo predecir,

mi marido hace uso de sus derechos o,

como él gusta llamarlo, paga el débito

conyugal. Y me da la espalda. Y ronca.

Yo me resisto siempre. Por decoro.

Pero, siempre también, cedo. Por obediencia.


No, no me gusta nada.

De cualquier modo no debería de gustarme

porque yo soy decente ¡y él es tan material!

Además, me preocupa otro embarazo.

Y esos jadeos fuertes y el chirrido

de los resortes de la cama pueden

despertar a los niños que no duermen después

hasta la madrugada.


II

Soltera, sí. Pero no virgen. Tuve

un primo a los trece años.


Él de catorce y no sabíamos nada.

Me asusté mucho. Fui con un doctor

que me dio algo y no hubo consecuencias.


Ahora soy mecanógrafa y algunas veces salgo

a pasear con amigos.

Al cine y a cenar. Y terminamos

la noche en un motel. Mi mamá no se entera.


Al principio me daba vergüenza, me humillaba

que los hombres me vieran de ese modo

después. Que me negaran

el derecho a negarme cuando no tenía ganas

porque me habían fichado como puta.


Y ni siquiera cobro. Y ni siquiera

puedo tener caprichos en la cama.

Son todos unos tales. ¿Qué que por qué lo hago?

Porque me siento sola. O me fastidio.


Porque ¿no lo ve usted? estoy envejeciendo.

Ya perdí la esperanza de casarme

y prefiero una que otra cicatriz

a tener la memoria como un cofre vacío.


III

Divorciada. Porque era tan mula como todos.

Conozco a muchos más. Por eso es que comparo.


De cuando en cuando echo una cana al aire

para no convertirme en una histérica.


Pero tengo que dar el buen ejemplo

a mis hijas. No quiero que su suerte

se parezca a la mía.


IV

Tengo ofrecida a Dios esta abstinencia,

¡por caridad, no entremos en detalles!


A veces sueño. A veces despierto derramándome

y me cuesta un trabajo decirle al confesor

que, otra vez, he caído porque la carne es flaca.


Ya dejé de ir al cine. La oscuridad ayuda

y la aglomeración en los elevadores.


Creyeron que me iba a volver loca

pero me estaba atendiendo un médico. Masajes.


Y me siento mejor.


V

A los indispensables (como ellos se creen)

los puede usted echar a la basura,

como hicimos nosotras.


Mi amiga y yo nos entendemos bien.

Y la que manda es tierna, como compensación:;

así como también la que obedece

es coqueta y se toma sus revanchas.


Vamos a muchas fiestas, viajamos a menudo

y en el hotel pedimos

un solo cuarto y una sola cama.


Se burlan de nosotras pero también nosotras

nos burlarnos de ellos y quedamos a mano.


Cuando nos aburramos de estar solas

alguna de ios dos irá a agenciarse un hijo.


¡No, no de esa manera! En el laboratorio

de la inseminación artificial.


VI

Señorita. Sí, insisto. Señorita.


Soy joven. Dicen que no fea. Carácter

llevadero. Y un día

vendrá el Príncipe Azul, porque se lo he rogado

como un milagro a San Antonio. Entonces

vamos a ser felices. Enamorados siempre.


¡Qué importa la pobreza! Y si es borracho

lo quitaré del vicio. Si es mujeriego

yo voy a mantenerme siempre tan atractiva,

tan atenta a sus gustos, tan buena ama de casa,

tan prolífica madre

y tan extraordinaria cocinera,

que se volverá fiel como premio a mis méritos,

entre los que el mayor es la paciencia.


Lo mismo que mis padres y los de mi marido

celebraremos nuestras bodas de oro

con gran misa solemne.


No, no he tenido novio. No, ninguno

todavía. Mañana.


lar

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