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¿Quieren ver Aventurera?

Merde!


Aventurera o la mentira de un cine de cabaret donde la protagonista se supera, se ensaña y se desquita de sus verdugos: el gigoló, la dueña del congal, el traidor y estafador y, al final, se casa con el hijo de la mujer que la empujó a la prostitución. Inverosímil, pero la película de Alberto Gout, de 1949, es un clásico de nuestro cine, con guión cinematográfico de Álvaro Custodio. Inverosímil, pero de ahí surge la imagen de Ninón Sevilla como una de las grandes del espectáculo. De la estridencia del tema rescato el burdel de Ciudad Juárez donde las mujeres son prostituidas porque nadie de la familia las reclama. De eso, a las muertas de Juárez hoy, hay un paso.

Aventurera o Carmen Salinas en su triunfal versión teatral desde 1997. Ella, no la película, es en gran parte responsable de la ignorancia de la gente para ver teatro y en cambio adorar estereotipos, los peores, de un cine nacional ya —por fortuna— superado. Ni director ni guionista tendrían hoy el éxito de ayer porque ese estereotipo como prejuicio social, aunque existe en una parte de la sociedad, es insostenible en las democracias modernas. Carmen Salinas es un bodrio del peor teatro. La Corcholata, una diputada en decadencia, se pone a dar consejos en el escenario. Resulta inconcebible que aún exista público para esas obras.

Aventurera o el guión para cine de Álvaro Custodio en adaptación teatral de su nieta, Ximena Escalante, en la nueva versión producida por el actual Señor Telenovela, Juan Osorio, en el Auditorio Blackberry. Se entiende la defensa de los derechos de autor de Custodio, pero no a costa del desprestigio. Ximena Escalante, una dramaturga de altos vuelos, no tendría que andar adaptando para que Carmen Salinas miente madres y profiera groserías a diestra y siniestra frente a un público que fácilmente acepta como diversión la vulgaridad que le dan. Más que adaptación es una negociación. No había necesidad de ningún crédito; para eso sirven los abogados.

Aventurera o los estertores de un teatro que ya cerró sus puertas hace tiempo para dar cabida al cine que, en Bellas de noche —dirigida por María José Cuevas—, muestra los finales tristes de personajes reales que ayer fueron cabareteras y hoy sombras son. Cada una es una historia de película. Son las olvidadas de la realidad que deja el cabaret, donde los caballeros las prefieren dóciles. Entre Aventurera y Bellas de noche, me quedo con la versión más actual. Entre la versión teatral y la película de Gout evidentemente es mejor el cine que el teatro, sobre todo porque Carmen Salinas jamás estudió arte de ningún tipo.

Aventurera o las verdades que, aunque duelen, es necesario decir. Allá ustedes si van a verla.

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Braulio Peralta
  • Braulio Peralta
  • [email protected]
  • Periodista, ensayista y editor. Autor de Otros nombres del arcoíris, El poeta en su tierra, diálogos con Octavio Paz, De un mundo raro, un libro de crónicas de sus personales viajes como corresponsal en España, y El clóset de cristal. Publica todos los lunes su columna La letra desobediente.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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