Peregrinos en su patria, los hubiera llamado Lope de Vega; peregrinos en su ciudad tomando las calles para los peatones, causando extrañeza, rechazo, sorpresa, admiración, empatía, respaldo, bocinazos de gente que, desde su automóvil los mira como señor feudal a sus siervos, o como quien con su máquina de un tonelada hubiera comprado derecho de paso. Todo ello esta mañana de sábado cuando los poblanos hicieron la propuesta (con el ejemplo) “Bájate y camina” Tiene resonancias bíblicas, sí, pero un atasco en una esquina parece apocalíptico.
Los ciudadanos que llevaban a cuestas una estructura de madera (eran 30), detuvieron el tránsito sobre Reforma poco antes de las diez de la mañana del sábado; caminaron, como lo hacen todas las personas, pero por el arroyo vehicular; tardaron menos de 20 minutos en llegar al cruce de la 4 Norte—Sur para seguir hacia la 6 Oriente y caminar por nuestra Quinta Avenida, la Avenida 5 de Mayo.
Quienes los miraban extrañados lo hacían porque no repartían volantes incitando a la rebelión, no llevaban bandas de música de secundaria o prepa; sus dos camionetas en la retaguardia no tenían altavoces, por lo que no había oradores de gritos amplificados, ni dejaron tras de sí basura o letreros en los edificios; eso sí, muchos de ellos llevaban a sus hijos, aquí en una carriola, allá de la mano, al mismo paso y al mismo ritmo.
Cierto, hubo quien los arrostró y preguntó “¿De dónde son, viven aquí, en el Centro Histórico?” y reclamó porque, “entendía” que los marchistas “están en contra” de que los autos circulen, por ejemplo, en la 6 Oriente “la Calle de los dulces” donde lo que los comerciantes quieren es gente. Pero los manifestantes trataron de tranquilizarlos: no estamos contra el comercio; la gente puede entrar caminando. Estamos contra el uso irracional de los coches. Queremos las calles para los peatones.