Cuentan que Marcel Duchamp, para pagar a su dentista, utilizó un papelito en el que escribió: “Vale 20 francos” (o cualquier otra cantidad). En ese gesto parece descansar una de las capacidades del arte conceptual: crear valor o negarlo (porque bien Duchamp hubiera podido escribir, en un cheque por 15 mil francos, que no valía sino cinco). No lo sabemos, pero algo que ronda esta idea es la nueva propuesta de Gabriel Orozco en la Galería Kurimanzutto. Allí aceptó charlar con Notivox sobre distintos temas y, claro, acerca de su Oroxxo, un original “sistema de mercado” que ya ha provocado diversas polémicas.
Orozco, identificado como el artista mexicano contemporáneo mejor cotizado de la actualidad, reside en Tokio, desde donde moviliza su propuesta estética y conceptual para todo el mundo, como esta intervención de una tienda Oxxo que nos pone a reflexionar sobre el sistema de precios y la sociedad de consumo.
¿Cómo es eso de ir y venir, viajar, regresar… ser un artista global?
Es algo que se va dando poco a poco. No es algo que uno escoja. Desde que vivía en México, aunque no tenía muchas invitaciones, mi trabajo empezó a suceder más fuera del estudio, en la periferia de la ciudad, usando la fotografía y viviendo experiencias en el campo dejé el estudio y empecé a concentrarme más en eso: en el movimiento, en la transitoriedad de las cosas. Después, ya viajando, empecé a hacer de cada lugar que visito mi lugar de trabajo. Y eso se ha convertido ya en una rutina.
Escogiste Tokio, Japón, ¿qué te atrapó?
Yo tenía ganas de vivir en Japón desde hace tiempo… siempre ha sido una influencia para mí. Tokio me encanta, entonces hablé con mi familia y nos fuimos. Estamos muy contentos. Es muy inspirador.
¿Cómo encuentras la escena del arte contemporáneo en México?
Desde hace 15 o 20 años la actividad que tengo en relación al arte nacional es muy estrecha, bastante activa, estoy en contacto con bastantes artistas. Cada vez veo más artistas, el mercado del arte se está consolidando; hay cosas que están pasando en todos los niveles, desde artistas muy jóvenes hasta artistas mayores que empiezan a integrarse haciendo cosas. La escena la veo muy energética, muy variada. El arte mexicano ya no es una sola cosa estereotipada como se concebía antes, y tiene una gran proyección internacional. Yo lo veo muy bien.
Tu obra, de por sí polémica, se inscribe en un marco de gran discusión sobre el arte contemporáneo que ha subido de tono. Tú, ¿cómo observas a la crítica?
Creo que cuando están pasando cosas importantes, cambios radicales y hay nuevas maneras de hacer las cosas, a mí me ha tocado ser parte de esto... Polémica en realidad es una palabra que no entiendo porque viene de parte de los críticos, de la gente a la que le gusta polemizar y que de hecho de eso vive. El problema es que no se ha desarrollado tanto la crítica como el arte. En el arte contemporáneo hay más artistas, más espacios, hay más mercado y actividad. Y los críticos se han quedado bastante atrás.
No es fácil ser crítico de arte en ningún lugar del mundo. Y ahora en México debe ser muy difícil serlo, porque están pasando muchas cosas y darles seguimiento es difícil y entenderlas no es fácil y lleva su tiempo.
El hecho de que estén subiendo el tono es una buena señal de que las cosas están sucediendo a un paso que les está costando trabajo entenderlas. Creo que hay mucha frustración, se desesperan mucho… y antes siquiera de ver las exposiciones o de entender el trabajo o incluso de informarse y leer de la gente que ha escrito sobre él en el mundo entero, se suben a una manera de polemizar.
Ahora, si ellos quieren polemizar no han encontrado buen candidato en mí porque yo nunca me pongo a dialogar con ellos en los periódicos, porque no es mi medio, no me corresponde. Si quieren seguir polemizando con mi trabajo me parece muy bien, es lo normal…
A los artistas jóvenes del país, ¿cómo los ves?
Yo los encuentro muy bien. Siento mucho apoyo de su parte. Yo no soy maestro, pero me siento en parte maestro de algunos, directa o indirectamente. Siento que hay una relación intensa de trabajo, aunque no los conozca personalmente, sé que están atentos, tratando de buscar su camino de maneras bastante audaces, tratando de aprender. En general, las escuelas de arte tampoco están dando el ancho para informar y educar a los jóvenes como debe ser. La verdad es que muchos de estos artistas jóvenes se han hecho buscando sus propios medios.
¿Los museos le siguen el paso al desarrollo del arte?
No es fácil para ellos. Los hay de todo tipo. Hay museos muy grandes que se mueven más lentamente; hay otros pequeños que se mueven más rápido, a veces demasiado rápido (y que a veces terminan haciendo exposiciones que no resultan tan interesantes).
En México hay mucho todavía que hacer en torno de los museos y su relación con el arte contemporáneo. Creo que los artistas estamos haciendo nuestros trabajo y los museos tratando de hacer el suyo lo mejor que pueden. En el mundo entero ha habido un fenómeno: se abren más museos enfocados al arte contemporáneo, porque es lo que está atrayendo al público (el público sí está pendiente). Y las bienales se llenan, las ferias igual, porque hay mucho que ver.
A tu nueva instalación cómo le ha ido? No le pegó el “gasolinazo” a tu “Oroxxo”?
Es un experimento. La asistencia ha sido bestial. La gente sale contenta porque tiene muchos niveles de apreciación, incluyendo a los coleccionistas. Tiene todo un conjunto de reglas y yo espero que funcione. La discusión que ha generado es la de siempre, en general: la que genera un proyecto nuevo y que toca tantos niveles del paisaje nacional, de la mentalidad política actual, de la economía contemporánea... Evidentemente genera mucha reflexión en la gente y eso es lo más importante: que sí la ha generado. Todo mundo se pregunta ¿qué es esto? Y trata de informarse y los medios han hecho una labor muy seria. Al final veremos si funcionó el sistema de mercado que inventamos aquí.