María Luisa La China Mendoza ya superó los 85 años de edad y no lo oculta: "No oigo bien, hablo mal, camino peor. Lo único que me queda es que sé escribir y amar; pero lo último me está negado, entonces me conformaré con escribir, porque lo hago con mucho gusto".
Palabras de la escritora el martes pasado, durante la inauguración del ciclo Mujeres de letras, organizada por la Coordinación Nacional de Literatura del INBA conversación en el Área de Murales del Palacio de Bellas Artes con Marcela del Río Reyes.
La charla sirvió para conocer diferentes facetas de Mendoza, quien inició su intervención con una evocación sobre cómo se le ocurrió escribir su primera novela, Con él, conmigo, con nosotros tres, un libro que, de acuerdo con Marcela del Río, "representa el hito de la literatura mexicana".
La China Mendoza detalló que la historia surgió de un verso de Muerte sin fin, de José Gorostiza, que le llamó la atención porque, dijo, es una premonición de lo que iba a pasar y sucede en México, aunque nunca nadie sepa en realidad qué es lo que va a ocurrir.
"Escogí el verso porque no se entiende bien y a la vez se entiende todo: con él, que es Dios; conmigo, que es ésta, yo, pobre mujer; con nosotros tres, que es una persona, un ser, un ideal, la satisfacción o la muerte, que es lo que siempre he buscado a lo largo de mi vida".
Historias de vida
De la existencia de Mendoza muchas cosas se pueden contar: haber estado al lado de presidentes, políticos de distinta monta y cientos de personajes del mundo artístico y cultural de México. Debido a su vena política, tuvo la oportunidad de estar en múltiples discusiones, y como literata ha platicado de ella y de otros en diferentes momentos.
Pero la autora de Ojos de papel volando también se dio la oportunidad de rememorar a una figura trascendental en su vida: su padre, a quien consideró, además de sus perros, el único ser que en la vida la ha amado.
"Amo a mi padre, más todavía en la memoria y ahora en la cercanía del fin. Es mi personaje único, primero y último. El hombre con el que quiero volver a soñar y no puedo, ya que sueño con mis casas de Guanajuato, corriendo por los cerros y con vestidos de flores".
La literata compartió con el público algunas anécdotas tristes de su vida y cuál es el lugar en el que considera tuvo su mayor felicidad: su infancia en Guanajuato.
"Fui una niña que creía que todas las otras chicas que me rodeaban eran los seres más inteligentes de la vida y además todas hermosísimas, y yo no era ninguna de las dos cosas, lo cual ahora, con el tiempo, descubrí la verdad, que no soy la más bonita pero sí la más inteligente.
"Soy la que leía más, la que soñaba, la que subía a los árboles más altos, la que comía más y cortaba mejor los aguacates".
La escritora dijo que últimamente ya no se dedica a escribir novelas, porque algo en su interior se rompió cuando "le quebraron las alas" desde que vio que la crítica literaria desdeña su trabajo. "Menosprecia el trabajo de las mujeres que estamos todo el día dale y dale a la letra. Somos tres, cuatro o cinco muy buenas escritoras y nadie nos pela, en este país pareciera que hay solo dos escritoras.
"Lo que estoy haciendo con Dios es un pecado, porque él me dotó y yo simplemente no hago más que leer el periódico que me tiene enloquecida al ver lo que sucede en el mundo y México. Pido perdón por eso".
Mujeres de letras se realizará una vez al mes. Las escritoras conversarán sobre su vida, libros y experiencias literarias.