Más de 60 mil jóvenes michoacanos y de otros estados escucharán el mensaje que les dejará el papa Francisco en la primera visita del dirigente de la Iglesia católica a ese estado.
Para poder verlo pasar o estar dentro del estadio Morelos han hecho de todo. Desde llegar 24 horas antes, hasta conseguir de última hora un boleto para el estacionamiento por el que solo verán el paso del papamóvil.
Édgar Ramírez y ocho amigos más llegaron desde Ocotlán, Jalisco, por sus propios medios y sin boletos, pero con toda la esperanza de conseguirlos. Era tal su anhelo de ver al papa que se encomendaron a Dios y el milagro ocurrió.
"Venimos sin boletos a la mano de Dios y gracias a él ya nos los consiguió, ya vamos a poder entrar", narró Édgar sobre la hazaña que tuvo que hacer uno de sus compañeros para que una religiosa los escuchara cantar y les obsequiara sus entradas al estadio, y aunque solo tienen acceso al estacionamiento, algo les dice que lo verán desde la primera fila.
Ayer, mientras los últimos preparativos se ajustaban en las inmediaciones del estadio de futbol, los jóvenes se iban acercando a las puertas de acceso, y aunque se les informó que la entrada estaba prevista a partir de las 6 de la mañana de hoy, no desistieron y encontraron un lugar donde poner sus bolsas de dormir.
En las inmediaciones del estadio Morelos hay casas que alquilan sus baños por 5 pesos y gente que ha salido a vender comida, desde tacos de canasta y tortas, hasta café y ponche para pasar el frío de la noche que para todos ellos será muy corta.
Jonathan Corona y cinco compañeros más, provenientes de la parroquia de San Juan Bautista de Moroleón, en Guanajuato, llegaron a las ocho de la mañana del lunes. Con boleto en mano y uno más para alguien que lo necesitara iban listos con comida suficiente y, sobre todo, ganas. Afirmaron que no pasarán frío, porque gastarán la noche entre bailes y cantos.
"Somos renovados católicos, nos llaman los nuevos locos porque hacemos mucha animación, no creo que se pueda dormir porque va a haber alboroto. Si nos dormimos, nos ganan el lugar", narró el joven de 20 años con una sonrisa de emoción pintada en su rostro.
Esas caras de alegría son los rostros de la juventud que aun tiene fe y que espera que las palabras del papa Francisco sean un mensaje de aliento. Por lo pronto es esa fe la que los hace permanecer estoicos pese al frío de la noche y el calor durante el día, en una estancia que esperan pase lenta para poder disfrutarla más.