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Las posibilidades del blanco

Artes visuales

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Para Robert Ryman, la luz no solo activa a la pintura sino que está activa en la pintura. Su estudio, su aprehensión, sus posibilidades plásticas son los juegos que el espectador observará al recorrer la muestra que se exhibe hasta el 30 de abril en el Museo Jumex de la Ciudad de México.

La exhibición Robert Ryman es una travesía por las investigaciones sobre la luz, que este artista estadunidense (Tennessee, 1930) ha realizado de manera muy intuitiva desde la década de 1950 para estudiar el espacio alrededor de la pintura. Nos propone ver cómo ésta sale de sí, y en la frontera entre el interior y el exterior cuestiona hacia dónde va la pintura, como en Accord (1985), que reta al volumen.

Autodidacta, sabe que la pintura es un desafío. Así ha abordado distintos soportes siempre en la búsqueda de lo que llama “luz real” que, de acuerdo con Courtney J. Martin, curadora de la muestra, “es la forma en que la pintura refleja la luz natural o artificial de su entorno”. El artista, quien en su juventud soñara con ser jazzista, se convirtió en un explorador también de materiales. Papel, madera, tela, aluminio, porcelana han sido los activadores del blanco de sus cuadros.

Al entrar a la sala, la blancura de las piezas nos ciega hasta que cada obra va mostrándose y mostrándonos la curiosidad de Ryman, quien aprendiera a mirar durante su trabajo como guardia en el MoMA. Ya desde sus primeros “experimentos” está su interés por lo que es, lo que esconde, lo que niega y lo que muestra el blanco, como en To Gertrud Mellon (1958).

Abstracto, sí. Minimalista, también. A Ryman le importa el proceso, le preocupa el cómo, sin impedir que la obra siga su curso, marque su cadencia. No le ocupa que los soportes o los blancos sean protagonistas; le interesa cómo éstos se relacionan para emerger del cuadro y cruzar “marcos” invisibles. Los artefactos que sostienen sus piezas son parte de ellas, como se ve en Arista (1968), la cual está engrapada a la pared. Las marcas de las grapas son parte de su historia y nos conectan con otro tema de Ryman —el tiempo— pero también nos obliga a ver cómo cambia la superficie y los secretos que guarda el blanco. Además, nos obliga a mirar desde varias distancias para así captar cómo la pintura reacciona.

Las 24 obras exhibidas flotan, salen para iluminar la mirada del espectador. Sus blancos nos inquietan, resaltan el detalle, tienen volumen, textura, intensidad, una energía que estalla (Classico 6, 1968) sin teatralidad, sin distracciones, para mostrarnos la belleza de la imagen.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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