Cultura

Los milagros de 'Nazarín'

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Como homenaje a una de las grandes obras del cine, se presenta en Madrid la exposición Nazarín. Manuel Álvarez Bravo y Luis Buñuel.

El encuadre que había logrado Gabriel Figueroa en una locación de Cuautla, Morelos, era “estéticamente irreprochable”: una panorámica espléndida con el volcán Popocatépetl y nubes blancas de fondo. Sin embargo, el preciosismo de la escena no logró conmover al director de cine Luis Buñuel, quien le pidió al fotógrafo mexicano dar vuelta a la cámara y enfocar el páramo, un paisaje que le pareció trivial pero más auténtico para la filmación de Nazarín, película que se convertiría en una de las grandes obras de la cinematografía mexicana.

La anécdota, relatada en numerosas ocasiones por el cineasta aragonés, ocurrió en 1958. El fotógrafo, quien ya había trabajado con Buñuel en 1950, en la película Los olvidados, evoca en sus Memorias su amistad con el director y al mismo tiempo reconoce que en cuestiones de trabajo estaban “en puntos un tanto opuestos. Yo era eminentemente plástico y estético y él era todo lo contrario. Él no buscaba nada de eso en sus películas”.

A pesar de sus diferencias, el cinefotógrafo no sólo captó el tono realista y desolador que buscaba el reconocido artista; realizó también un uso magistral de las sombras y los tonos grises que recrean el escenario donde tienen lugar las andanzas de Nazario, un quijote del sacerdocio católico, obstinado en practicar el evangelio hasta sus últimas consecuencias.

Basada en la novela homónima de Benito Pérez Galdós, protagonizada por Francisco Rabal, Marga López y Rita Macedo, Nazarín se estrenó en la Ciudad de México el 4 de junio de 1959, en el cine Variedades, y permaneció seis semanas en cartelera. Ese año, la cinta fue parte de la selección oficial en el Festival de Cannes, donde obtuvo el Premio Internacional del Jurado.

Seis décadas después, la película ya restaurada volvió a proyectarse en la reciente edición del festival de cine internacional en la sección “Cannes classics”, donde también se presentaron La edad de oro y Los olvidados, aclamadas cintas del creador surrealista.

Niña recorre una calle del pueblo infectado por la peste. (Cortesía: PHotoEspaña y Fundación Televisa)
Niña recorre una calle del pueblo infectado por la peste. (Cortesía: PHotoEspaña y Fundación Televisa)

Deseos cumplidos

La brillante fórmula Buñuel-Figueroa es ampliamente conocida, no así la incursión de otros artistas como Manuel Álvarez Bravo, quien participó en Nazarín como realizador de foto fija.

Para conmemorar los 60 años del estreno de la cinta y de su premiación en el Festival de Cannes, Casa de México, en Madrid, presenta la exposición Nazarín. Manuel Álvarez Bravo y Luis Buñuel, que forma parte del Festival PHotoEspaña 2019. La muestra, realizada en colaboración con la Fundación Televisa y comisariada por el investigador mexicano Héctor Orozco, revela una faceta poco explorada de una de las figuras más relevantes de la fotografía moderna. A través de más de 40 imágenes, impresas a partir de los negativos originales de Álvarez Bravo realizados durante el rodaje de la cinta de Buñuel, la exposición ofrece un cruce de miradas entre dos genios de la imagen.

En entrevista telefónica desde Madrid, Héctor Orozco relata que las fotografías que ahora se presentan son parte de un acervo de más de 600 negativos tomados por el fotógrafo mexicano, descubiertos en 2007 al revisar los archivos de la Fundación Televisa, mientras se preparaba una magna exposición sobre Gabriel Figueroa en el Palacio de Bellas Artes.

“Este hallazgo fue muy revelador porque nos permitió revisar un momento específico en la vida de Buñuel en el que añoraba volver a España y a la vez reconocer el trabajo de Álvarez Bravo en el cine, una faceta muy poco abordada en sus biografías”, asegura.
Beatriz (Marga López) implora al Señor de Chalma. (Cortesía: PHotoEspaña y Fundación Televisa)
Beatriz (Marga López) implora al Señor de Chalma. (Cortesía: PHotoEspaña y Fundación Televisa)

Las imágenes capturadas por el fotógrafo mexicano muestran un enfoque diferente al de Buñuel, rostros, gestos, figuras que no siempre coincidían con la visión del autor, pero que ofrecen una mirada más íntima sobre el rodaje de esta pieza cinematográfica.

En la exposición se puede comparar el plano original de la cinta con las fotografías alternativas de Álvarez Bravo. Asimismo, pueden apreciarse las fotografías que el propio Buñuel hizo de las locaciones antes de la filmación.

“La muestra está planteada como una película en la que se cruzan dos caminos: la vida de un fotógrafo que siempre quiso hacer cine y la de un cineasta en el exilio que quería volver a su patria. La realización de este filme, que parte de una novela muy prestigiosa de Pérez Galdós, alivia de algún modo los deseos de ambos autores”, explica el comisario.

Orozco detalla que aunque Álvarez Bravo era ya un artista consagrado que había expuesto su obra en París y Nueva York, tenía una especie de obsesión por el cine. Realizó una de sus fotografías más icónicas, Obrero en huelga, asesinado (1934), mientras participaba en la filmación de la cinta Que viva México, de Eisenstein. En esta travesía por la industria fílmica tuvo varios “cruces” con el cineasta aragonés. En 1945, Álvarez Bravo compró una copia de El perro andaluz y la proyectó en una función privada en su casa. “Fue algo extraño, porque sucedió un año antes de que Buñuel llegara a México, cuando ni siquiera tenía intenciones de residir aquí”.

Marga López y Francisco Rabal, quien encarna al cura Nazario. (Cortesía: PHotoEspaña y Fundación Televisa)
Marga López y Francisco Rabal, quien encarna al cura Nazario. (Cortesía: PHotoEspaña y Fundación Televisa)

El comisario asegura que aunque el artista mexicano participó en casi un centenar de películas como fotógrafo de foto fija, su trabajo en Nazarín bajo la dirección de Buñuel, con el que congeniaba estética y conceptualmente, le permitió crear imágenes que tienen su sello pero que siguen la línea narrativa de la cinta. Algunas de ellas se convirtieron en carteles, postales o material publicitario.

Por otra parte, el éxito que Nazarín tuvo en el Festival de Cannes abrió el camino para que el autor español, nacionalizado mexicano, volviera a su patria. Orozco explica que al ganar el Premio Internacional del Jurado, la prensa española cuestionó el hecho de que una película escrita por un español, dirigida por un español y protagonizada por un actor español, ganara tal reconocimiento para México.

Fue precisamente Francisco Rabal, el actor que personificó al cura Nazario, quien le ayudó a realizar los trámites para su vuelta a España. Luis Buñuel regresó para filmar otra de sus célebres películas: Viridiana.

Una de las salas de la exposición que se presenta en Casa de México lleva por título “Los milagros de Nazarín”. La película no sòlo cumplió largos anhelos; también reconcilió a furiosos anticlericales con devotos católicos. Los primeros la tacharon de “magistralmente blasfema” mientras que los segundos la consideraron un elogio a su fe.

ÁSS​

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