Cultura

La percusión, un universo de sonidos: Cyro Baptista

Toca instrumentos tradicionales, pero también botellas de vidrio, periódicos, piezas de maquinaria o utensilios de su invención.

Con una sonrisa amable, el percusionista brasileño Cyro Baptista (Sao Paolo, 1950) declara: "Yo toco desde que era niño. Había otros que tenían habilidades para el deporte, pero para mí la música era lo más importante. Al hacer música con otros yo pensaba: esto es bueno, yo puedo hacer eso".

Tan bien lo hace, que sus percusiones han contribuido al enriquecimiento de las obras de músicos tan diversos como John Zorn, Yo-Yo Ma, Paul Simon, David Byrne, Daniel Barenboim, Laurie Anderson, Bobby McFerrin y, por supuesto, brasileños, como Milton Nascimento, Caetano Veloso e Ivan Lins.

Su arsenal instrumental incluye percusiones brasileñas y de muchas otras culturas, pero también incorpora botellas de vidrio, una parrilla de auto, periódico, piezas de refrigerador o algún electrodoméstico que ha cambiado su función original por la música, más instrumentos de su invención.

En un viaje a México para participar en la presentación del disco Chant, de Todd Clouser, Baptista dice en entrevista que tuvo la fortuna de contar "con un profesor que me abrió la puerta. He tocado con muchos músicos importantes y todos ellos tuvieron la oportunidad de tener una persona que les abriera esa puerta".

En una conversación en la que las risas no cesan, afirma que "el camino de la música es muy difícil en una sociedad como en la que vivimos, más direccionada hacia la ciencia o la tecnología. ¡Además —estalla en una risotada— las familias no quieren tener un músico! Sin embargo, si comparo lo que fue mi carrera musical con lo que sucede hoy, para los jóvenes va a ser más difícil".

Cuenta que cuando los periodistas le preguntan cómo fue para el brasileño abrirse paso en un ambiente tan competitivo como Nueva York, les responde: "Fue muy difícil, tuve que vivir en el Metro, en la calle e hice muchas cosas que no quería hacer. Fue una batalla llegar a ser lo que soy". Sin embargo, los entrevistadores no quieren escuchar este tipo de historias, agrega el músico entre carcajadas: "Entonces yo invento: 'Llegué a Estados Unidos y empecé a tocar con Sting, Paul Simon y Herbie Hancock. Fue una magia fantástica, no sé como lo conseguí'. Los periodistas no quieren identificarse con la parte difícil de la historia".

Cuando llegó en los años 80 se juntaba con otros músicos para tocar en las calles. "No sabíamos tocar samba, entonces nos vestíamos muy estrafalarios, como si fuéramos astronautas y sacábamos unos instrumentos que, decíamos, habían sido diseñados por la NASA en Cabo Kennedy. A la gente le decíamos: son unos instrumentos que se van a lanzar al espacio, pero ahora los estamos tocando para ustedes en la calle."

La percusión, define ahora con seriedad el músico cuyos proyectos derrochan vitalidad, "es un universo de sonidos. Con la percusión tienes la oportunidad de imitar los sonidos del medio ambiente, puedes orquestar los sonidos de la cocina o de los pájaros, los sonidos de los autos y de la calle, los ritmos de las luces. Eso es lo increíble de la percusión, puedes hacer todo."

De los cocos al PVC

Desafortunadamente cuando toca en otros países Cyro Baptista no puede viajar con muchos instrumentos. "Cada vez resulta más difícil con estas cuestiones de la seguridad y las leyes sobre el peso que puede llevar cada pasajero. Por ejemplo, para este viaje a México sólo traje algunos, como una percusión armada con tubos de pvc que toco con unas chancletas. De niño me inicié tocando cocos secos. ¡Era increíble, maravilloso, me encaban los cocos! Claro que no me quedé con los cocos, pero por ahí empezó mi gusto".

¿Por qué hay humor en la música de Cyro? El percusionista responde entre risas: "La vida es muy difícil... ¡es un café sin azúcar! La música debe tener humor. Una vez un gurú de la música que fue a vivir a Brasil le iba a diciendo a una muchacha (imita su voz impostada): 'La música es increíble... Te eleva al cielo con los angelitos y las nubes...' ¡Pero entonces te acercas demasiado al sol y te quemas! –dice casi a gritos y entre risas–. La música tiene de todo".

Su propuesta es hacer de la música un acto ritual, como sucede con los diversos proyectos en los que participa. "Cuando hice mi primera versión de mi banda Beat the Donkey, con dos o tres músicos, era gente que iba pasando por la calle y llamaba: ven a tocar. Se volvieron músicos. En el grupo funciona la música que todos tenemos. Es la única forma en la que la música va a sobrevivir, pues no sé si será lo mismo como negocio."

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Xavier Quirarte
  • Xavier Quirarte
  • [email protected]
  • Es autor de Ensayos de jazz y literatura (Editorial Doble A), es coautor de Por amor al sax y John Coltrane. Periodista especializado en jazz, rock y música contemporánea, sus textos han aparecido en los periódicos El Nacional, La Crónica y Milenio, y en revistas como Casa del Tiempo, Rock y Pop, Sólo Jazz & Blues, Círculo Mixup, La Mosca en la Pared, Cine Premier, Dos Filos, Sacbé y otras
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