Asistir a una reunión de ex trabajadores en el Museo del Ferrocarril es toda una experiencia. Entre los 30 asistentes están aquellos que recuerdan cada dato a detalle, aquel que corrige al primero y no falta un tercero que da un panorama distinto a lo expuesto por los antecesores.
Todos ellos forman parte del patrimonio cultural que el ferrocarril dejó en Nuevo León durante los 100 años que estuvo en funciones. A los testimonios de los ex trabajadores se suman los vestigios de las vías, señalamientos y las antiguas estaciones.
El investigador José Antonio Olvera Sandoval llega a esta conclusión, señalando que si bien en la entidad se han hecho esfuerzos por preservar el legado del ferrocarril, hoy en día quedan muchos pendientes.
Quizá el más visible es el abandono que sufren las cerca de 20 estaciones ferroviarias con las que cuenta Nuevo León, la mayoría con una arquitectura sencilla pero cargada de historia.
“En la década de los 70, Monterrey fue de los pioneros en utilizar las estaciones de ferrocarril con un enfoque cultural; un caso fue la antigua estación Del Golfo. En ese sentido íbamos bien”, expresa el investigador de la UANL.
Son 16 las estaciones registradas dentro del Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero para Nuevo León, a las cuales hay que sumar algunas otras ubicadas en despoblado o inmersas en la mancha urbana.
EL OLVIDO
Concesionadas a extranjeros como toda la infraestructura ferrocarrilera a partir de 1995, las antiguas estaciones se mantienen gracias a lo resistente de sus materiales, pero son pocas las que han sido restauradas.
Actualmente se trabaja en la rehabilitación de la estación Villaldama, y en Lagrange de San Nicolás, pero la mayoría se encuentran abandonadas.
“Las estaciones están descuidadas porque ya no son negocio para las compañías que administran los ferrocarriles. Están en el abandono, y eso, a la larga, terminará por provocar su derrumbe”, refiere Benjamín Valdez Fernández, coordinador de proyectos en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el estado.
El ferrocarril llegó a Nuevo León en 1882, teniendo como primeras estaciones Lampazos, Villaldama y Salinas Victoria. Una década después ya se podía emprender el viaje desde Monterrey a la Ciudad de México.
La ciudad cuenta con un Museo del Ferrocarril, ubicado en el ala poniente de la Casa de la Cultura, antigua estación Del Golfo (Colón y Emilio Carranza, centro), donde el primer viernes de cada mes se realizan charlas con ex trabajadores a las 17:00.
PARTE DE INVENTARIO CULTURAL
Más allá de los vestigios físicos, existe un patrimonio intangible instalado alrededor del ferrocarril. Barrios, comunidades o ciudades se formaron alrededor de este medio de transporte.
Olvera Sandoval destaca, por ejemplo, cómo a través de esta vía llegó a jugarse el beisbol por primera vez en México en la comunidad de San Juan, en Cadereyta, cuando obreros norteamericanos instalaban las vías de hierro.
“Hay una cultura instalada a partir del ferrocarril, las voces y los recuerdos de los ferrocarrileros, son el patrimonio industrial intangible más vivo de nuestro inventario cultural”, agrega Olvera.