¿Cómo no va a ser emocionante acudir a la inauguración de una sala independiente perfectamente refaccionada como teatro? Y si tal acontecimiento involucra a una de las instituciones teatrales más determinantes y entrañables de una ciudad, el hecho cobra aún más relevancia. Tuve la fortuna de asistir en días pasados al estreno de La Casa Grande en versión libre y colectiva de la novela homónima de Álvaro Cepeda Samudio a manos del grupo Matacandelas de Medellín, Colombia; es una novela toral en la comprensión de la violencia impuesta por las empresas internacionales en las zonas bananeras en la primera mitad del siglo XX, en particular una matanza de jornaleros ocurrida en 1928.
Con una estética brechtiana, esta nueva creación de Matacandelas dirigida por Cristóbal Peláez nos introduce a la obra de Cepeda a quienes desconocemos su narrativa (muy difícil de conseguir, por otro lado), entusiasmándonos. Y de las líneas diversas de acción que se despliegan en la novela, las recuperadas para el montaje nos revelan un mundo en donde el choque entre la pobreza y la riqueza, entre los educados y los pelados está mediado por intereses económicos que han de aplastar siempre al jodido. Si bien en proceso, esta puesta en escena —facturada al calor de las paladas de tierra de un edificio teatral en construcción— acusa ya una potencia digna de esta emblemática agrupación.
Cristóbal Peláez me escribe: "La antigua (y muy modesta) salita para 100 espectadores, que otrora sirviera de bodega para la elaboración de cosméticos, y que funcionó con temporadas a todo trapo durante 21 años, hoy se ha convertido en un moderno teatro de mediano formato gracias a la Ley del Espectáculo Público que recauda impuestos para trasladarlos a un fondo de dotación, reforma y construcción de escenarios en Colombia, un programa con el cual se ha beneficiado alrededor de una treintena de instituciones teatrales".
Me pregunto si la nueva Secretaría de Cultura en México podrá también legislar en favor de las salas independientes para su protección. En la Asamblea el diputado Suárez del Real elabora una iniciativa para la capital.
En Bogotá, a partir de la provocación que el director de La Maldita Vanidad, Jorge Hugo Marín, hiciera a Manuel Orjuela, nació el espectáculo Te estás volviendo Chéjov. A partir de La gaviota del dramaturgo ruso, Orjuela crea una reflexión sobre la creación artística, la interacción entre la "mala" gente que somos los practicantes del teatro, el querer o no hacer arte, en un espectáculo bello, fragmentario, metateatro provocador que habremos de ver en festivales.