Cultura

La crítica: Teatro: Ecosistema teatro

La creación de la Secretaría de Cultura federal no ha de resolver problemas de fondo que vive el teatro mexicano.

La creación de la Secretaría de Cultura federal no ha de resolver problemas de fondo que vive el teatro mexicano, aunque puede poner orden en algunas cuestiones postergadas en lo que sí es ámbito de su competencia, como la abandonada infraestructura cultural (no únicamente la del IMSS), la perversa relación con sindicatos, el urgente adelgazamiento de burocracias que consumen absurdamente presupuestos que debieran dedicarse a la tarea sustantiva (producción artística), la diversificación de plataformas para que el teatro llegue a públicos a los que aún es ajeno o francamente desconocido, la incorporación del teatro (y otras artes) en la educación (como en Chile, donde se aprobó por ley hace unos días), etcétera.

Lo cierto es que en las taras que aquejan al teatro rara vez entran los teatreros a asumir corresponsabilidades o responsabilidades plenas. Es cierto que algunas veces las decisiones institucionales se toman a espaldas de un gremio que, en su complejidad histórica, tiene dificultades para llegar a acuerdos y consensos. De hecho se pierde energía y tiempo en guerritas de ego y supremacías de discurso (que en el fondo son de presupuestos), lo cual es una paradoja tratándose de un arte colectivo que pretende servir a una comunidad de espectadores.

Somos también un gremio medio alérgico a la administración, y en ello va parte de nuestra ruina. Muchas salas independientes que han surgido y desaparecido han carecido de una visión mínimamente "empresarial" o de "autogestión" planificada que permita pensar a mediano y largo plazo; esto aplica también a grupos artísticos. Somos refractarios a incidir en las políticas públicas que partan del estudio y proposición de proyectos y leyes, y nos complace más la pataleta, el reclamo o la confrontación. Nos conformamos con poquito por esas miras breves. Así, la conquista de una beca o la invitación a un festival o la programación de una obra (para 8 o 12 funciones en condiciones lamentables) nos parecen grandes triunfos (pírricos) que se traducen en beneficios personales cortoplacistas.

Existen múltiples maneras de hacer teatro y muchas necesidades sociales no cubiertas. Hay un vasto territorio al cual el teatro no ha llegado y, por tanto, no se ha vuelto necesario para millones de espectadores. Y todo ese territorio virgen es una "ventana de oportunidad" para ampliar su incidencia social.

Representa, por tanto, trabajo viable para muchos profesionales que no hallan un cabal desarrollo en las grandes capitales teatrales del país. Hay mucho qué preguntarse para lograr un ecosistema teatral sano.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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