Por la gran fuerza emocional de sus novelas, que han “revelado el abismo que existe bajo la ilusoria sensación de que conectamos con el mundo”, la Academia Sueca ha concedido el Premio Nobel de Literatura al escritor inglés de origen japonés Kazuo Ishiguro, una mezcla, según declaró Sara Danius, secretaria permanente de la institución sueca, de Jane Austen y Franz Kafka, a la que hay que añadir un poco de Marcel Proust. “Un escritor de gran integridad, que no se anda por las ramas y que ha desarrollado su propio universo estético”, agregó la académica.
Nacido en Nagasaki en 1954, Ishiguro se trasladó a Inglaterra en 1960, donde estudió en las universidades de Kent y de East Anglia. En la actualidad vive en Londres y está considerado uno de los mejores escritores contemporáneos, nombrado en 1995 Oficial de la Orden del Imperio Británico y en 1998 Caballero de las Artes y las Letras por el gobierno francés.
Su obra, que ha sido traducida a más de 40 idiomas, ha sido publicada en español por el sello Anagrama, y comprende las novelas Pálida luz en las colinas (Premio Winifred Holtby), Un artista del mundo flotante (Premio Whitbread), Los restos del día (Premio Booker), Los inconsolables (Premio Cheltenham), Cuando fuimos huérfanos, Nunca me abandones (Premio Novela Europea Casino de Santiago), El gigante enterrado, y el libro de relatos Nocturnos.
Nada más conocerse la noticia, el editor en español de Ishiguro, Jorge Herralde, dijo a Laberinto que la noticia había sido una “sorpresa fantástica”.
“Hemos publicado su obra desde el principio, y de ella destacaría sobre todo su profunda elegancia, su profundidad, y el inteligentísimo cambio de registros que plantea en cada una; el hecho de no querer hacer nunca la misma novela. Ha estado diez años escribiendo pacientemente para publicar su más reciente obra, El gigante enterrado, lo cual indica con claridad que no pretende más que hacer buenos libros. Ishiguro es una persona encantadora, educadísima. Pocos Nobel me podrían hacer más feliz”, afirmó Herralde.
Al conocer la noticia, el propio Ishiguro declaró sentirse también muy sorprendido, por lo inesperado de la noticia. “Llega en un momento en el que el mundo vive con incertidumbre sus valores, su liderazgo y su seguridad”, consideró. “Solo espero que recibir este enorme honor sirva, aunque sea un poco, para alentar la buena voluntad y la paz”.
Respecto a las entrañas de su literatura, Mauricio Bach, traductor de El gigante enterrado, la más reciente novela del Nobel de Literatura, explica en entrevista con Laberinto que contienen un estilo muy exigente, pues el escritor trabaja con una prosa muy elaborada que no es fácil de traducir. “Se trata de un autor que requiere un trabajo de traducción muy serio por su prosa destilada, que se podría ubicar en las antípodas de autores como Bukowski. Ishiguro es un escritor que cuida mucho cada palabra y cada frase, su melodía y sus ritmos. Una característica de buena parte de su obra es el trabajo con lo simbólico: la idea de construir novelas que funcionan como fábulas. Otro elemento característico de su obra es el trabajo con los géneros literarios, a los que les da la vuelta. En El gigante enterrado lo hace con el cuento popular y la novela artúrica de la Edad Media. En Nunca me abandones, le da la vuelta a la literatura de ciencia ficción. Así que Ishiguro está siempre dialogando con formas literarias y géneros, buscando ir más allá de la literatura realista, más en el terreno de lo simbólico, de la fabulación”.
De alguna forma, ese giro que da Ishiguro a los géneros literarios no pretende convertirse en una sátira, ni en ironía, como ocurre en muchas obras contemporáneas donde se juega a la parodia. El escritor “ahonda a través de ello en los temas que toca, y al utilizar recursos de determinados géneros se permite ampliar la capacidad de indagación de la literatura, subvirtiendo esos géneros desde una óptica moderna”, señala Bach.
Este elemento es algo que al propio Ishiguro le queda muy claro. Ha declarado que cuando empezó a escribir ficción, en la década de 1980, el sector librero estaba muy dividido entre literatura elevada y popular, pero desde entonces esas jerarquías se han ido derribando. “Sin embargo”, señalaba, “también hay quien quiere mantener esas pequeñas fronteras de género para sobrevivir, y las librerías contribuyen a ello porque es una herramienta efectiva de promoción. Son categorías artificiales, y es muy peligroso cuando escritores y lectores empiezan a pensar que esos límites son reales y que hay algo de malo en intentar cruzarlos”.
Otro elemento que destaca el traductor de Ishiguro es la forma en que el escritor inglés de origen japonés actualiza los temas y las formas literarias. “Esa es a mi juicio una de las razones por las que le han dado el Nobel. En su obra hay una enorme visión de tratar temas de gran calado. Uno de sus temas recientes es, por ejemplo, el dilema de si es más importante recordar hechos de violencia o es mejor olvidarlos; es decir, si para seguir adelante hay que recordar un pasado atroz y brutal o es más sano olvidar ese pasado. Ese es un tema central con el que juega en El gigante enterrado, y para ello se vale de todo un trabajo simbólico. Otro tema que aparece en su obra es el de la muerte, que está muy presente, y para el que se vale en esta novela del mito de Caronte, dando a todo ello una vuelta de tuerca”.
En ese sentido, Ishiguro comentaba tras la publicación de El gigante enterrado que para esa novela había estado pensando mucho en la antigua Yugoslavia en la década de 1990 y en Sudáfrica después del apartheid, pero que había preferido ambientarla en un escenario neutral para que la historia pudiera leerse como una metáfora aplicable a situaciones distintas. “Hay una cierta cualidad universal en estos problemas”, dijo Ishiguro, “porque la pregunta de qué recuerdos deberíamos dejar atrás y cuándo es importante pelear para preservarlos siempre ha estado ahí. Escribí este libro mucho antes del Brexit o la victoria de Donald Trump, pero no puedo evitar pensar que parte de la ira que refleja el resultado de esos procesos es consecuencia de que hay muchos temas que no se han hablado abiertamente. Todos los países tienen gigantes enterrados, y pasa lo mismo en una familia o una pareja. ¿Es necesario olvidar ciertas disputas para mantener a la familia unida? ¿O es mejor afrontar esos puntos oscuros para evitar males mayores?”
Ishiguro tiene también, indica Bach, una mirada sobre el individuo. “Su obra tiene sucesivas capas. En ese sentido, a la par que puede presentar toda una reflexión sobre el tiempo histórico a través de unos personajes que viven un determinado momento vital, como los dos ancianos que protagonizan El gigante enterrado, hay también la idea de la incapacidad de afrontar la muerte y la desmemoria. Y está el amor. Así que realmente sus obras tienen la capacidad de interconectar temas diversos en una misma trama novelística, lo que le convierte en un gran escritor”.
En el contexto de la narrativa contemporánea, Bach comenta que Ishiguro pertenece a lo que se conoce como nueva literatura inglesa, que entre otras cosas se caracteriza “por su multiculturalidad. Está formada por autores que se incorporan a la tradición literaria inglesa, que ha estado muy abierta. Por otro lado, diría que Ishiguro ha tenido una ambición internacional; es un autor que traspasa fronteras sin ningún tipo de problema, un escritor que pertenece a ese tipo de autores que no se miran el ombligo. Por otro lado, después de tantos años centrados en la literatura experimental, sobre todo en las décadas de 1960 y 1970, Ishiguro recupera de manera muy clara la pasión por narrar, por contar historias. Hay en sus libros, siempre y pese a la densidad literaria que puedan tener, una gran capacidad de relatar. En ese sentido su más reciente novela es también una novela de aventuras, donde los personajes, a modo de road movie medieval, hacen un viaje iniciático en el cual les suceden cosas y ellos cambian interiormente. Y ese es el motor de un tipo de novela que quiere narrar historias. También señalaría que su literatura tiene el mérito de no hacer algo que hacen bastantes autores contemporáneos: mirarse a sí mismos y hacer metaliteratura, porque Ishiguro no hace libros autorreferenciales, sino pura y simplemente literatura”.
Por último, Bach menciona que los referentes que pueden encontrarse en Kazuo Ishiguro son básicamente anglosajones. “Y quizá si nos pusiéramos a mirar con mucho detalle saldrían ciertos elementos de esa mirada diferente que puede tenerse desde Oriente, una mirada más distanciada o contemplativa que a veces le da a su literatura. Si bien es evidente que hay un elemento japonés en sus obras, hay que considerar que Ishiguro llegó muy joven a Inglaterra, a los seis años, por lo que creo que es un autor que está dentro de una tradición inglesa con un elemento cosmopolita”.
A finales del año pasado, a Ishiguro le preguntaron su opinión sobre el Nobel a Bob Dylan. Respondió entonces que tenía dos héroes musicales y literarios, porque sus letras eran tan importantes para él como su música: Bob Dylan y Leonard Cohen. “Me apenó mucho la muerte de Cohen, pero estoy encantado con el premio a Dylan; se diría que el comité del Nobel ha empezado a derribar otra frontera. Lo que no está claro aún es si solo han considerado que sus letras o poemas son tan buenos que merecen el galardón, o si tal vez están reconociendo a la canción popular como una forma de arte tan válida como el teatro o los libros. Algunas de las grandes obras de arte del siglo XX han sido creadas por cantautores”.
Hoy es el nuevo Nobel. Y no hay polémica sino unanimidad respecto a su merecimiento.