Informáticos de la Universidad de Alberta han recurrido a la inteligencia artificial para descifrar el manuscrito Voynich, un libro ilustrado que data de 1404, de contenidos desconocidos, escrito por un autor anónimo en un alfabeto no identificado y un idioma incomprensible hasta ahora.
La sucesión de fracasos en su traducción había convertido al manuscrito en el “Santo Grial” de la criptografía histórica.
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Este enigmático texto anónimo del siglo XV —según revelaron pruebas con carbono 14—, ha desconcertado a historiadores y criptógrafos desde su descubrimiento en el siglo XIX, cuando fue hallado en el Collegio Romano (hoy Universidad Pontificia Gregoriana) hacia 1870.
Su nombre actual viene del especialista lituano en libros antiguos Wilfrid M. Voynich (1865-1930), quien lo adquirió en 1912, para dejarlo luego a su viuda Ethel, quien a su vez lo legó a Han Peter Kraus en 1961. Finalmente, Kraus los cedió a la Universidad de Yale en 1969.
Recientemente, el profesor de ciencias de la computación en la Universidad de Alberta Greg Kondrak, experto en procesamiento del lenguaje natural, y el estudiante graduado Bradley Hauer, utilizaron la inteligencia artificial para descifrar las ambigüedades en el lenguaje humano utilizando el manuscrito de Voynich como caso de estudio.
Está en hebreo
Su primer paso fue abordar el lenguaje de origen, que se cifra en cientos de delicadas páginas de vitela, piel de vaca, con ilustraciones adjuntas.
Kondrak y Hauer utilizaron muestras de 400 idiomas diferentes de la “Declaración Universal de Derechos Humanos” para identificar sistemáticamente el idioma. Inicialmente formularon la hipótesis de que el manuscrito de Voynich estaba escrito en árabe, pero después de ejecutar sus algoritmos, resultó que el idioma más probable era el hebreo.
“Eso fue sorprendente”, dijo Kondrak. “Y decir 'esto es hebreo' es sólo el primer paso. El siguiente paso es cómo descifrarlo”.
Son 240 páginas de texto e ilustraciones (Especial)
Kondrak y Hauer formularon la hipótesis de que el manuscrito fue creado utilizando alfagramas, definiendo una frase con otra, ejemplar de las ambigüedades en el lenguaje humano. Asumiendo eso, intentaron encontrar un algoritmo para descifrar ese tipo de texto codificado.
“Resultó que más del 80 por ciento de las palabras estaban en un diccionario hebreo, pero no sabíamos si tenían sentido juntas”, dijo Kondrak.
Después de buscar infructuosamente a eruditos hebreos para validar sus hallazgos, los científicos recurrieron al Traductor de Google, y este propuso una oración completa.
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“Se le ocurrió una oración que es gramatical, y puedes interpretarla como: ‘Hizo recomendaciones al sacerdote, al hombre de la casa, a mí y a la gente'. Es una especie de frase extraña para comenzar un manuscrito, pero definitivamente tiene sentido”, dijo Kondrak.
Sin historiadores del hebreo antiguo, explicó Kondrak, el significado completo del manuscrito Voynich seguirá siendo un misterio. Dijo que espera aplicar los algoritmos que él y Hauer desarrollaron en otros manuscritos antiguos. Su estudio se publica en Transactions of the Association for Computational Linguistics.
Kondrak es famoso por su trabajo en el procesamiento del lenguaje natural, un subconjunto de la inteligencia artificial que se define como “ayudar a las computadoras a entender el lenguaje humano”.
“Usamos el lenguaje humano para comunicarnos con otros humanos, pero las computadoras no entienden este lenguaje, porque está diseñado para personas. Hay tantos significados ambiguos que ni siquiera nos damos cuenta”, dijo Kondrak.
“El procesamiento del lenguaje natural ayuda a las computadoras a dar sentido al lenguaje humano. No solo queremos hablar con las computadoras en nuestro idioma porque es más fácil y conveniente, sino que también existe mucha información en forma de palabras escritas. Un ejemplo es internet”.
(Especial)
AG