Pedro Meyer está a semanas de cumplir 80 años y a días de inaugurar uno de los proyectos más grandes de su vida. Y vaya que ha sido un fotógrafo inquieto. Sentado en la sala de maestros del Foto Museo Cuatro Caminos, Meyer imagina las potencialidades del nuevo espacio: “En un futuro no muy lejano queremos tener robots circulando por aquí, para que alguien sentado en París pueda ponerse sus lentes 3D y ver desde allá nuestra exposición”.
El pionero de la fotografía digital, y creador de la primera página web especializada, ha dirigido sus esfuerzos recientes a la educación para una cultura visual. Con la guía arquitectónica de Mauricio Rocha, convirtió una antigua fábrica de plásticos -que perteneció a su familia- en una nueva fábrica de ideas. Todas ellas relacionadas con la imagen, por ser el esperanto de nuestra época.
El Foto Museo Cuatro Caminos, que estará dirigido por María Guadalupe Lara, abrirá sus puertas al público el próximo 8 de septiembre, con una exhibición de la obra de 200 fotógrafos originarios o residentes en México. Todo que ver, curada por Francisco Mata Rosas y Gerardo Montiel Klint, pretende dar cuenta de la evolución de la fotografía en los últimos 15 años. Y como los curadores notaron que había una presencia importante de imágenes relacionadas con la violencia, decidieron dedicarle una sección exclusiva a dicha temática. Se titula El Estado de las cosas.
El centro de educación y exhibición para la imagen se encuentra en la avenida Ingenieros Militares n° 77, una vía transitada en los límites del Distrito Federal y el municipio mexiquense de Naucalpan. Se trata de una zona en transformación. A unos cuantos pasos está la estación de metro Cuatro Caminos. Y en la dirección contraria se levantan las tres inmensas torres del complejo corporativo y centro comercial Toreo, que con cinco pisos y 584 establecimientos es ya el más grande de México.
Por ahora, el Foto Museo de Meyer es la única oferta cultural en los alrededores. El arquitecto Mauricio Rocha concibió el edificio como un diafragma abierto para dejar entrar a chorros la luz natural. Los plafones y muros interiores fueron sustituidos por vidrios, las estructuras fueron reforzadas y las amplias galerías se limpiaron y se pintaron de blanco. Los cinco mil metros cuadrados del primero de dos edificios estarán destinados a pensar, sentir, discutir, apreciar y entender el lenguaje universal de las imágenes.
Una sociedad de "homo-fotograficus"
Dice el teórico catalán Jean Fontcuberta que, con la aparición de los teléfonos inteligentes, nos hemos convertido en "homo-fotograficus". Sin embargo, asegura Meyer, el 99% de la población no sabe casi nada sobre la imagen. Y así como la alfabetización comenzó a extenderse con el nacimiento de la imprenta, la educación visual tiene que ser hoy una prioridad. “Ahí es donde aparecemos nosotros”, dice el fotógrafo de pelo blanco y hablar pausado.
Meyer hace énfasis en que el Foto Museo no es un museo tradicional. Su principal objetivo es la educación visual y, por lo tanto, no tendrá un acervo fotográfico. “No queremos que nos pase como a otros museos, que gastan el 30% de su presupuesto en conservar lo que no enseñan”.
Los recursos del recinto serán públicos y privados. Los últimos provendrán de la Fundación Pedro Meyer y de la renta de los locales interiores a empresas de fotografía y de alimentación. Así se financiarán las exposiciones, talleres, diplomados, seminarios, foros y demás actividades del museo. Algunos serán programas propios y otros se realizarán en coordinación con distintas instituciones: desde universidades hasta la World Press Photo.
Meyer no suelta su cámara digital Leica, ni durante la entrevista con Notivox ni en el recorrido por el espacio, donde todavía circulan cerca de 70 albañiles, carpinteros, curadores y museógrafos que trabajan a marchas forzadas. De repente hace alguna foto con su teléfono y habla de las múltiples funciones de estos aparatos que han revolucionado en menos de una década el arte de pintar con luz.
Cuenta Meyer que cuando él comenzó su carrera, hace más de medio siglo, “la fotografía era el patito feo de la cultura”. No había galerías ni museos que exhibieran foto, ni escuelas ni talleres ni curadores especializados. Meyer fue uno de los artistas que impulsó la fundación del Centro de la Imagen y su Bienal de Fotografía a mediados de los años 90. Y el primero que puso en línea todo su archivo fotográfico, que consta de medio millón de imágenes.
Ahora, cuando todos tenemos la posibilidad de capturar imágenes fijas o en movimiento, Meyer está convencido de la necesidad urgente de educar. Y en los tiempos de la comunicación digital no basta con saber de composición y técnica. En opinión de este veterano fotógrafo, todos tendríamos que saber escribir, editar y hacer video, pues “nuestras posibilidades expresivas dependen de ello".