Todos los años, la FIL Guadalajara recibe a los grupos editoriales más grandes del idioma castellano, y también a editoriales independientes, que algunas veces son rutas distintas para libros semejantes a los de las grandes, pero otras ofrecen lo que aquéllas no quieren o no pueden: textos de formas inesperadas, de aspiraciones “excéntricas” o temas “impopulares”, o en los que se exploran los límites de la escritura, su contacto con otras artes y formas de creación.
Un ejemplo entre otros posibles que puede encontrarse en esta FIL es Serafina y el ardid insondable, publicado por Paraíso Perdido y que reúne dibujos y textos de la artista mexicana Diana Martín.
Las historias ilustradas abundan. Son menos frecuentes los libros que engarzan ilustraciones —a veces incluso creadas con anterioridad y retomadas para su edición— mediante algún tipo de texto escrito a partir de ellas..., y con libros hechos de esa manera suele pasar que lo escrito se queda corto: que no funciona ni como un discurso consistente ni con independencia de las imágenes.
Ocurre algo distinto en Serafina: propuesta como una novela corta, poblada de creaturas mitológicas y escenarios extraños, es una colección de dibujos de Martín, quien tiene una carrera larga como ilustradora de asuntos fantásticos, pero aprovecha la rareza de las imágenes de un modo inusual: para no tener que explicarlas. En lugar de intentar reducir su extrañeza, el texto la amplifica, pues cuenta la historia de un grupo de personajes —mujeres en su mayoría— cuyo objetivo común es preservar lo frágil y lo extraordinario, y que a lo largo de sus vidas se encuentran con uno y otro muchas veces.
Si se quiere, esa aspiración puede ser vista como una metáfora: la imagen de una lucha contra el conformismo mediante la imaginación y, yendo un poco más lejos, mediante la solidaridad humana en general y la sonoridad en particular. Pero el libro escapa de ser didáctico, una mera prédica o alegoría, porque los dibujos tampoco pueden reducirse a meros acompañantes del texto. Aunque claramente trazadas, sus figuras están colocadas en composiciones ricas y complejas, cuyas sombras sugieren profundidades ocultas, aspectos siniestros apenas visibles de acontecimientos y personajes. Serafina y el ardid insondable es un ejemplo inusual y bello de la narrativa de imaginación fantástica que está cobrando fuerza en México: una historia que apunta hacia la realidad —como siempre hace la mejor narrativa fantástica— desde ángulos todavía más inusuales de lo que es usual.
Para buscar en la FIL
Ediciones del Ermitaño, otra editorial independiente mexicana, lanza en esta FIL una nueva colección: Museo Fantasma. Está dirigida por Raquel Castro (a quien también pueden leer en este suplemento) y yo, lo que significa solo que trabajamos con la editorial y con los autores y autoras que irán apareciendo en la serie; eso sí, la intención colectiva es proponer libros atrevidos, diversos, que los posibles lectores puedan recorrer como si observaran objetos en una sala de exhibición o en una antigua cámara de maravillas. Alisma de León, Erika Mergruen, Arturo Vallejo, Alonso Guzmán y Rodrigo Barba escribieron los primeros cinco títulos. Si los encuentran, me avisan.
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