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Fidel, de símbolo a payaso grotesco: Pérez-Reverte

El autor se hizo mexicano para escribir La reina del sur; Sean Penn, “gringo canalla y traidor”

Guadalajara. Arturo Pérez-Reverte (Cartagena 1951) toma con buen ánimo cada pregunta, está sonriente y se engancha con alguna que le despierte especial interés, pero son dos relativas a La reina del sur las que parecen impacientarlo y trata de responder aun antes de que termine el reportero de hilvanar la interrogante: afirma que “es un libro escrito por un mexicano” y niega que se haya solidarizado con Kate del Castillo después de lo que llamó “una estupidez”, es decir, el episodio con El Chapo Guzmán y el “perro traidor” Sean Penn.

El autor está en la Feria Internacional del Libro, para presentar su más reciente novela, Falcó (Alfaguara 2016), y en charla con Notivox adelanta que esta obra sobre un espía de los años 30 en la España franquista tendrá una segunda parte, revive su amor por libros como Los tres mosqueteros, presume la amistad con su “carnal” Élmer Mendoza y dice que mientras otros van al psicólogo él escribe, además de considerar como “lección de vida” el hecho de que el tiempo y la condición humana corrompen ideales y convirtieron a Fidel Castro en un “payaso grotesco”.

Usted ya era un escritor con nombre, ya había sido periodista más de 20 años, y decía que no se veía como novelista. ¿Cómo va con esa evaluación, ahora que de hecho es usted miembro de la Academia Española y sus más de 25 títulos son un éxito de ventas con cifras que alcanzan los 20 millones de ejemplares?

Soy un novelista accidental, no pretendía serlo, no tenía vocación literaria, pero sí una biografía llena de cosas en la mochila y fueron saliendo como novela. Soy novelista como consecuencia de la vida que llevé como reportero. Treinta años después ya soy un periodista profesional y parece raro hablar así, pero realmente nunca fue mi intención, ha sido una casualidad.

Decía Bertrand Russell que durante dos años iba todas las mañanas a su escritorio frente a la hoja en blanco y no podía comenzar a escribir. ¿Ha lidiado usted con esto de la hoja en blanco?

No, mi problema es justamente que no viviré lo bastante para contar las historias que me falta contar. El problema es que cuando tienes 65 años vives en un mundo de novelas por escribir, pero sabes que ya no te queda mucha vida por delante, 10, 15, 20 años, no lo sé, pero ya tienes que elegir con mucho cuidado lo que escribes, hay que decidir qué novela vive y cuál muere, y conmigo no es fácil, estoy en esa fase.

Sé que se solidarizó vía Twitter con la actriz Kate de Castillo, intérprete de La reina del sur en una teleserie.

No, no me solidaricé, le mandé mis saludos nada más. Es difícil solidarizarse con esa estupidez. Le mandé mi simpatía y solo le dije en plan de guasa: “Un saludo, mi narca, y tal”. El Chapo se quedó fascinado por una actriz que hacía de narca y Kate, después de un trabajo extraordinario como La reina del sur, quedó con una cierta predisposición a interesarse por ese mundo, pero ahí el malvado, el perro traidor, fue Sean Penn, el gringo que contó todo por vanidad, el que delató, el que montó el escándalo, no Kate ni El Chapo. Cada uno hacía su papel, pero Penn se portó como un canalla.

No quiero dejar de pedirle su opinión sobre el hecho de que la ficción con mayor éxito sobre el narcotráfico en México sea la novela de un autor español y no, digamos, de escritores locales especializados en el tema, como Carlos Velázquez y Élmer Mendoza.

Debo hacer una precisión. La reina de sur debe mucho a Élmer Mendoza, mi carnal, quien me llevó por Sinaloa al principio, mis primeros pasos por el mundo del narco, él es de allá y me habló sobre el lenguaje y las costumbres, me presentó gente, fue mi primer aterrizaje. Por otra parte, soy tan mexicano como usted es español, cuando vengo a México estoy en mi patria y usted está en la suya en España: la lengua, las costumbres, la arquitectura, el carácter y mil cosas hacen que yo aquí esté en mi casa, por eso opino en México sin complejos, con libertad, porque en su casa uno tiene derecho a hablar de lo que ama. Así que La reina del sur está escrita por un mexicano, no por un español. Me hice mexicano para escribir esa novela, viví aquí, tomé tequilas con los narcos, con los policías, no soy un gachupín turista que estuvo aquí dos días para escribir una historia. Viví ese mundo con mucha honradez y profundidad, por eso el libro funcionó y salió bien. Ya hasta tengo dos corridos y estoy muy orgulloso de eso.

Es inevitable pensar, cuando uno lee libros como La reina del sur, El Club Dumas o ahora Falcó, en que tienen por lo demás un futuro como tramas cinematográficas.

Hay escritores que somos más visuales y entonces quizá sea más fácil que el lector vea en imágenes lo que cuento, por eso el cine se acerca con mucha facilidad y ya hay ocho o 10 películas y series de televisión de mi obra, pero no pienso en ello. Es más, creo que no es bueno hacerlo así, siempre he sido muy disciplinado con los géneros. Y pasa que muchas veces es inevitable, como en esta novela Falcó, años 30, un tipo simpático, con glamour, canalla que seduce y mata a una mujer, elegante, guapo, bien vestido, cosmopolita, es inevitable que no remita a películas que hemos visto, novelas leídas. De hecho he visto mucho cine en blanco y negro para esta novela, por lo que sí hay una conexión documental y está en mis herramientas narrativas. El cine se trasluce, pero nunca he escrito pensando en él.

Ahora con Falcó, ¿por qué el regreso a los años 30 del siglo pasado?

Mientras que Alatriste, otro de mis personajes, es un héroe moral, con códigos, este Falcó es un aventurero amoral, un sinvergüenza, un golfo simpático, mujeriego, vividor, que mata y tortura, pero al mismo tiempo es encantador. En los años 30 había mujeres y hombres elegantes, trenes internacionales, hoteles de lujo, había un glamour y un mundo sórdido, mucho más intenso, por lo que como territorio narrativo es mucho más divertido, y todo eso me dio un escenario tan fascinante, primero para mí como autor, divirtiéndome escribiendo, y para el lector, por lo que me la he pasado de maravilla. Ha sido como jugar a los espías. Tanto así, que iba a ser una sola novela, pero cuando ya se iba a acabar, decía: “Quiero que esto siga, no quiero dejar de leer”, por lo que dejé un final un poco abierto para poder seguir con dos o tres sólidos personajes.

¿Qué opina de la figura que fue Fidel Castro?

Yo era un niño y recuerdo que era la esperanza con el Che y esos hombres que luchaban por la libertad, la democracia, la justicia, eran nuestros héroes, y el tiempo ha hecho que ese sueño acabase en un número grotesco, en ese anciano esclerótico vestido con pants, tirano de Caribe en ese final patético, en la cama. Ver que los sueños nobles terminan en los Fideles ancianos en esa Cuba triste en manos de una casta política que ha hecho de ella su finca y su cortijo particular. Es una lección de cómo en la vida, aunque triunfen, las grandes esperanzas no permanecen y el tiempo y la condición humana las corrompen, y los que fueron grandes símbolos se convierten en payasos grotescos. Es una lección de vida. La vida es muy compleja. A mí me ayuda leer. No sé cómo le hace la gente que no lee. Cómo hacen para soportar el dolor, la soledad, el horror, el fracaso, la muerte, cómo consiguen consolarse, comprender, es muy triste, se privan de la principal herramienta de comprensión y felicidad que existe en el mundo: un libro.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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