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Fecha imaginaria

Cuando en 1963, los tiempos del deshielo y el desmarque del estalinismo, Hans Magnus Enzensberger (Alemania, 1929) visitó por primera vez la extinta Unión Soviética.

Cuando en 1963, los tiempos del deshielo y el desmarque del estalinismo, Hans Magnus Enzensberger (Alemania, 1929) visitó por primera vez la extinta Unión Soviética, lo hizo más como un poeta romántico. Integrante de una gruesa delegación de escritores de Occidente, donde Sartre “ocupaba el puesto de honor”, no pasó por alto ciertos comentarios críticos acumulados durante años. La sublevación del 56 en Hungría latía aún. Tres años después, “casi un mes por las profundidades del imperio”, Enzensberger volvería. Fue entonces que la visión crítica de aquellas promesas de cambio se arraigo en su pensamiento y comportamiento. “Saturado de discursos, de banquetes y debates sobre la paz mundial, sobre el realismo socialista o cualquier otro realismo” dijo: “¡no más visitas, no más brindis, no más aeropuertos!”.

Decisión que el propio Enzensberger refrenda cincuenta años después, y que se muestra en Tumulto, un libro que recrea aquellos viajes, bien identificados como “mi novela rusa”, y que también incluye los recuerdos de otras geografías, la cubana, por ejemplo. Sin olvidar las jornadas en las que participó como uno más de los protagonistas del cambio siendo dirigente efímero en los movimientos libertarios de la República Federal Alemana. Revuelta pre-sesentayochera que devendría en el nacimiento de una las organizaciones más radicales de Europa. La de los entonces camaradas del mismo Enzensberger: Andreas Baader y Ulrike Meinhof.

Con grandes cuotas de sinceridad, que incluyen el relato de su enamoramiento en la Unión Soviética, que supuso un divorcio y un segundo matrimonio, Enzensberger se apoya en la multicitada verosimilitud para ofrecer esta especie de autobiografía confesional. Azaroso y fragmentario como todo recuento propio proveniente del hallazgo de un “montón de papeles abandonados” de aquellos años: el tumulto. Ruta de viaje que nos plantea la imposibilidad de “representar idénticamente cuanto sucede”. El juego de la “famosa paradoja cartográfica”. Puesto que un “mapa que fuese exactamente igual a lo que representa duplicaría la realidad y sería superfluo”.

El tumulto se prolongaría hasta 1970, ya en Cuba, donde asistiría (también como invitado especial) a los tropiezos de la revolución guevarista-castrista y se acercaría a escritores disidentes del régimen como Carlos Franqui, Guillermo Cabrera Infante y Heberto Padilla. Ahí se integraría también a la siembra del café, la cosecha de azúcar (la inalcanzable cifra presupuestada para la zafra del 67); testigo de los campos de trabajos forzados para disidentes y homosexuales y de la labor de Haydée Santamaría al frente de la Casa de las Américas, casi una santa de la Revolución y a la que Enzensberger le descubre una sola y conmovedora debilidad.

Entrevistado por el mismo, Enzensberger, “inmunizado contra las grandes concentraciones”, lapida sus años tumultuosos. ¿1968? “Sólo es una fecha imaginaria, un hormiguero de reminiscencias, autoengaños, proyecciones y generalizaciones que ha suplantado lo que ha ocurrido en esos pocos años. Las experiencias yacen sepultadas bajo el estercolero de los medios de comunicación, el material de archivo, los coloquios públicos, la idealización que hace el veterano de experiencias que bajo mano se han vuelto inimaginables”.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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